Revaloran lazo de mamá y bebé

Andrea Menchaca

Agencia Reforma

Y es que así como los niños pequeños necesitan de una buena alimentación para crecer y desarrollarse adecuadamente, también requieren de un cuidador que les brinde seguridad, y ese cuidador generalmente es mamá. Ese alimento emocional surge del apego.

“El apego es esta relación entre el infante y el cuidador principal, en donde el bebé va a buscar estar lo más próximo que se pueda a la persona, porque esta posibilidad le va a dar seguridad”, explica Valeria Rozenel, especialista en Teoría del Apego.

Para la psicoterapeuta esta teoría es clave porque en la literatura antigua se pensaba que en la infancia no había experiencias que marcaban, incluso, hoy en día hay quien dice: “los bebés no se dan cuenta”, sin embargo, las investigaciones han demostrado que el primer año es crucial.

“Así parezca absurdo tardó mucho la psicología y la medicina en darse cuenta que los bebés requieren mucho más que higiene, cuidados y disciplina para sobrevivir bien. Necesitan esta relación de seguridad”, señala la psicoanalista Nora Hinojosa, directora del Instituto de Psicoterapia.

Aunque la llamada Teoría del Apego fue desarrollada por el psicólogo John Bowlby a finales de los 50, sus ideas han seguido evolucionando hasta la actualidad, ya que los investigadores la relacionan con cuestiones psicopatológicas y de tratamiento.

Hinojosa señala que es importante hablar sobre el apego porque aún se escucha a personas que afirma que el niño es inseguro o miedoso “porque así nació” o “es igualito a…”, y no es así.

“No es que los niños nazcan miedosos, inseguros o corajudos. Un niño no nace así”, explica, “está fundamentado en la experiencia”.

Buscando

seguridad

El apego se va desarrollando durante el primer año en etapas: en los primeros tres meses, el niño suele buscar la figura humana sin discriminación. Después, hasta los nueve meses, empieza a dar preferencia a las personas más cercanas, explica Rozenel.

“Luego viene la etapa propiamente del apego, alrededor de los 9 meses y hasta los tres años, en donde ya plantea que no nada más hay una preferencia por esta figura, sino también a la hora que se va puede haber llanto o protesta”.

Para que un bebé se sienta seguro, su cuidador deber responder a sus necesidades de forma correcta.

“La mejor buena mamá ‘lee’ (en su bebé) menos del 37 por ciento de las cosas bien, pero el chiste es estar ahí y atinarle de vez en cuando a cuál es la necesidad del bebé”, dice Hinojosa, también especialista en Teoría del Apego.

“Si el bebé está asustado, la madre debe responder a calmarlo; si está sediento, responder a darle agua; si ya quiere comer, darle de comer”.

Porque una buena mamá, añade, no sólo sabe, por ejemplo, que su bebé se está asustando, por ejemplo, con el gato, sino que actúa en consecuencia. Esta madre no se pone a gritar, sino que saca a la mascota del cuarto para poner a su hijo en equilibrio.

Las especialistas coinciden en que algunas formas tradicionales de “educar” al niño pequeño son inadecuadas, como la de dejarlo que llore o decirle que ya no se le quiere, con tal de que obedezca.

“El hecho de que yo amenace con que se va a romper el vínculo, genera mucha tensión en los niños”, subraya Rozenel.

El primer año

Rozenel destaca que en investigaciones a largo plazo se ha visto que entre el 69 y 75 por ciento de los niños que reciben cierta clasificación de apego (seguro, evitativo, ambivalente o desorganizado), vuelven a recibir la misma clasificación en la vida adulta.

“Si la respuesta del cuidador hacia el bebé es consistentemente sensible, empática y en sintonía, éste, al sentirse seguro, pronto retornará a la estabilidad, ya que su cuidador le ha ayudado a regular sus emociones”, explica Hinojosa en su artículo “Apegos inseguros y desorganizados. Factores de riesgo asociados a las adicciones”.

Por el contrario, señala, si la respuesta del cuidador ante la angustia del bebé es insensible, sin estar en sintonía con sus necesidades de seguridad, éste se sentirá inseguro con respecto a su cuidador. Y si la respuesta de su cuidador es de rechazo o negligencia, el bebé evitará la relación.

“Un cuidador que, ante la necesidad de seguridad del bebé, le responda con violencia (física, psicológica o sexual) provocándole miedo con sus conductas, tendrá como respuesta del bebé un colapso de sus estrategias defensivas, y la presentación de un estado traumático de la mente, desorganizado y con conductas desorientadas, contradictorias y caóticas”, explica Hinojosa.

El apego desorganizado, destaca, producto de una relación de trauma en la infancia, ha demostrado ser perdurable con respecto al tiempo.

El estar ahí para responder a las necesidades del bebé es una tarea importante de los padres. Y sus consecuencias pueden ser de por vida.