Padres y adolescentes:¿lucha del poder?

Georgina Montalvo

Agencia Reforma

“¡Ya no sé qué hacer!”, puede decir un padre colérico o una madre desesperada al ver que su adolescente “insiste” en hacer caso omiso de sus sugerencias, órdenes o simples comentarios.

“¡No los soporto!” es comúnmente el pensamiento interno, a veces explícito, de los vástagos de la familia que se sienten agobiados por las exigencias de los padres.

Esa combinación, coinciden terapeutas familiares, es un momento que se puede aprovechar para hacer más estrecha la relación entre padres e hijos o vivirla como la “cereza del pastel” de una mala relación.

En esas etapas, tanto los adolescentes como los padres enfrentan pérdidas que los desestabilizan, pero que, sabiendo que aparecerán, apuntan los expertos, será más sencillo convivir mientras se superan.

Duelo tras duelo

Ante un hijo adolescente, los padres pierden a los niños dóciles y obedientes, totalmente dependientes de ellos; y los hijos, a los padres complacientes, y les empiezan a ver defectos, comenta Arlette Ortiz, psicoterapeuta familiar.

Entonces, “los hijos dejan de ser lo máximo para los padres y se convierten en chavos que actuarán de manera incierta y eso les genera mucha angustia”, asegura Víctor Baltazar, terapeuta familiar del Instituto Personas.

Además, cada uno vive duelos complejos consigo mismos: el cuerpo de los adolescentes empieza a sufrir cambios que no saben en qué fisonomía terminarán; y los padres, se dan cuenta que sus habilidades y capacidades tienen un límite y empiezan a mermar.

Incluso el desequilibrio emocional no es exclusivo de los jóvenes, pues la adolescencia de los hijos puede despertar en los padres asuntos no resueltos en su propia adolescencia, coinciden los expertos.

La sexualidad también es parte importante del posible desajuste: los hijos empiezan a ver y a aceptar que los papás no son seres asexuados y los padres tratan de entender que sus “pequeños” están entrando a una sexualidad adulta, agrega Ortiz.

¿”Fatal” coincidencia?

Para las madres que empiezan la etapa del climaterio y tienen hijos adolescentes, alcanzar una convivencia puede ser un poco más complejo.

“Ellas se vuelven más sensibles, y si no han tenido una adolescencia plena ni una adultez satisfactoria en cuanto a sus proyectos trazados, sumados a los cambios orgánicos del climaterio, se abre un caldo de cultivo para conflictos de falta de comunicación basados en el ‘yo tengo mi idea y no la voy a cambiar’ y ‘tu tienes la tuya y no la vas a cambiar’”, considera Ortiz.

Respecto al padre, éste puede entrar en crisis al sentir que su “poder” está puesto a prueba por un adolescente inexperto. En esta etapa, puede gestarse una relación saludable, de negociación, o bien, iniciar una disputa de poder.

“El hijo lucha por demostrar que puede ser mejor que el padre; y el padre lucha por mantenerse como figura fuerte y hegemónica”, señala Baltazar.

Prepararse para esa etapa

Aunque parezca que esta parte de la vida de la familia es un caos, para que no sea así y todos sus miembros pueden asumir este periodo como de aprendizaje y crecimiento, la clave está en que padres y madres conozcan y se preparen, a través de libros, conferencias, talleres, entre otras opciones, para cuando llegue el momento de convertirse en adultos maduros con hijos adolescentes.

Si los padres tuvieron una adolescencia satisfactoria es muy fácil que puedan entender por qué situaciones está atravesando su hijo o hija; pero si se encuentran en crisis por no lograr sus metas y no haber tenido una adolescencia plena, están en riesgo de darles a sus hijos una adolescencia bastante tortuosa, indica Ortiz.

Saber, por ejemplo, que algunas actitudes de los hijos tienen origen en el momento biológico que están viviendo, puede reducir la tensión y angustia de los padres.

“El que los chavos duerman demasiado genera mucho conflicto a los papás, pero requieren dormir más porque en la etapa del sueño profundo se activa la hormona del crecimiento”, ejemplifica Baltazar.

También el sistema límbico del cerebro, relacionado con las emociones, en los adolescentes se excita fácilmente; y los lóbulos frontales, que ayudan a la persona a contenerse, aún no están completamente maduros.

“Los papás se podrían volver como los lóbulos frontales auxiliares de los hijos, porque ahí está la parte de contenerse, de orientarse, las funciones ejecutivas del cerebro, pero también los juicios éticos y morales”, agrega el terapeuta.

Edúquese para educar

Aquí algunos consejos para transitar mejor la adolescencia de los hijos.

-Hable con sus hijos sobre los cambios físicos antes de que empiece su desarrollo.

-Pregúntele cómo se siente y déle su punto de vista al respecto.

-Facilítele libros sobre la pubertad y la adolescencia escritos para chicos que están atravesando esta etapa.

-Comparta con ellos los recuerdos de su propia adolescencia.

ASÍ LO DIJO

“Los padres deben observar a los hijos sin criticarlos ni amenazarlos y ser empáticos con los cambios fisiológicos que se presentan en la adolescencia”.

Arlette Ortiz, Terapeuta familiar

“En esta etapa la aprobación de los amigos es más importante que la de los padres, esto no significa que los han dejado de querer, sino que es un primer ensayo para poder encarar el mundo sin la necesidad de los padres”.

Víctor Baltazar, Terapeuta de adolescentes

Información Bibliografía:

“Tu Hijo, Tu Espejo”. -Martha Alicia Chávez (Grijalbo)

“La Maternidad”.

-Laura Gutman (Océano)

“El Drama del Niño Dotado”. Alice Miller (Tusquets)