Mujeres adictas

Ramón Clériga

Agencia Reforma

La mujer profesional, entre 30 y 50 años, con baja autoestima y con problemas en el control de sus emociones, es una adicta potencial a los ansiolíticos y a otras sustancias relajantes. A esto hay que añadir la común y dañina tendencia a la automedicación sin medir las consecuencias.

Este tipo de adicción es una frecuente realidad que se oculta. Muchas mujeres después de la cuarta década de vida, tienen múltiples responsabilidades laborales y familiares, a lo que se agregan las molestias propias de la menopausia. Se desesperan, se sienten abrumadas y acuden a las pastillas en búsqueda de alivio y muchas veces, sin darse cuenta cabalmente, empiezan a desarrollar una adicción.

Al inicio se toman una pastilla para la ansiedad, luego, una cápsula antidepresiva y así, paulatinamente, comienza la dependencia de psicofármacos y sólo cuando comienzan a padecer sus consecuencias suena la señal de alarma.

Los consejos

de la amiga

Diversos estudios muestran que la mayoría de las mujeres que consume tranquilizantes con frecuencia, no considera que tal práctica constituya una adicción. Muy pocas son quienes reconocen que se empastillan y que por ello tienen un problema de salud.

Muchas mujeres, irreflexivamente, recomiendan a sus amigas diversos tranquilizantes para “los nervios alterados”, esto ha extendido en gran medida el uso de este tipo de psicofármacos además de que muchas -por obra y gracia del mercado negro- tienen sedantes de diversos tipos, a los que acuden cuando se sienten estresadas.

Afortunadamente, el control gubernamental de estos medicamentos se ha incrementado. Sin embargo, frecuentemente, si una persona solicita de este tipo de medicamentos, el médico de la familia no lo niega, aunque no sea absolutamente necesario.

Sin escape

Las investigaciones señalan que mujeres de todas las condiciones socioeconómicas sufren de este tipo de farmacodependencia. Ellas necesitan tratamiento para su adicción, del mismo modo que cualquier otro problema que afecte su salud física o emocional.

Por otros estudios sabemos que el consumo de fármacos está asociado a asuntos pendientes que no se terminan de resolver e indudablemente, los que más afectan son los conflictos con los hijos, los padres, el divorcio, la viudez, las presiones laborales y otras dificultades que muchas mujeres no encuentran como resolver por la dificultad para ver con claridad que el problema no se soluciona con pastillas, sino con hallar soluciones que no son la huida, el escape o la prolongación del conflicto.

La mujer que usa este tipo de sustancias tiene una autoestima baja, poca confianza en sí misma, se siente impotente, débil y con pocos recursos emocionales para resolver sus dilemas.

La solución

Lo sustancial en cualquier caso de adicción es el primer paso: buscar ayuda. La mujer de cualquier edad puede vencer esta enfermedad, con atención especializada, si realmente ella se lo propone.

Quienes tienen mayor éxito han recibido además el apoyo de miembros de la familia o amigos y logran salir de una lamentable situación que tiende a agravarse a medida que pasan los años.

No es fácil tratar una adicción a tiempo porque, en gran medida, depende de que la persona afectada acepte su situación como problema y esté dispuesta a hacer algo por ayudarse.