Generación ni-ni

<I>(Agencia Reforma)</I>

Provenir de familias en donde prevalece el abandono o la sobreprotección ha dado origen a la generación ni ni, a la cual pertenecen jóvenes de 14 a 29 años que ni estudian, ni trabajan y quienes están en riesgo de formar parte de las filas de la delincuencia organizada.

De acuerdo con José Narro, rector de la UNAM, en México existen 7 millones de jóvenes nini.

Este fenómeno social se debe analizar desde diversos ángulos, pues si bien la carencia de empleos y la escasa oferta académica, sobre todo, a nivel bachillerato y licenciatura, puede desmotivarlos, también está presente el factor familiar, indica Claudia Chan, psicóloga del Centro Universitario de la Salud, de la Universidad de Guadalajara.

“Los padres de estos jóvenes han fallado en su función de enseñarles a desarrollar expectativas de estudio y trabajo, así como de encausarlos para que las logren”, asegura la experta.

Por otra parte, los valores que en décadas pasadas impulsaban a los jóvenes a tener el ideal de transformar al mundo, ya no son parte de las enseñanzas de estas familias, en donde en lugar de exaltar la afectividad, se le da mayor prioridad a la efectividad para consumir, sin importar la manera en que se consiga, explica María Elena Sánchez, investigadora del Departamento de Sociología de la UAM.

Narro, alertó sobre la importancia de cambiar en la juventud la idea errónea de que el éxito es la acumulación de riqueza, a cualquier costo y en el menor tiempo.

Matices de la generación

Aunque este desánimo por vivir no obedece a un sólo estrato socioeconómico de la población, las condiciones en las que se presenta sí cambian en cada uno de ellos.

En las clases marginales, los padres no logran estar el tiempo suficiente con los hijos, pues ambos trabajan más de 8 horas, por lo que no hay quien cuide y guíe a los adolescentes, explica Sandra Oceja, socióloga de la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM.

Otro factor determinante es que muchos de ellos carecen de las herramientas emocionales para impulsar a sus hijos a estudiar, pero tampoco los obligan a trabajar.

“Esto hace que los chicos pasen mucho tiempo con los amigos en la calle, lo que los hace más vulnerables. Además, cuando necesitan dinero, hay quienes comienzan a vender droga y ganan más que con un empleo”, señala la experta.

Por otro lado, Oceja asegura que en la clase media este fenómeno no es nuevo, pero ahora se ha agudizado. Esto se debe a que hace algunos años, el hecho de estudiar favorecía la movilidad social durante la vida adulta, pero actualmente, ya no es así.

“Ahora los chicos ven con desilusión que sus hermanos o padres, incluso, con la maestría o el doctorado no encuentran empleo en su área, por lo que tienen que recurrir a otro tipo de trabajos; o si consiguen un puesto en su ramo, no es bien remunerado”, explica la experta.

Lo anterior, fomenta que no encuentren la motivación necesaria para accesar al ámbito académico o laboral, pero tampoco los padres los obligan a tomar una decisión.

Los jóvenes de la generación nini de la clase media del País, son muy parecidos a los de otras naciones como Estados Unidos, España e Italia, con la diferencia de que estos últimos además del cobijo de sus padres, tienen la protección del Estado, a través del seguro de desempleo, por lo que tampoco tienen prisa por tomar una decisión acerca de su futuro. Viven aquí y ahora, ya que tienen redes sociales y gubernamentales que los protegen.

Por este motivo en estos paises se ha extendido la edad de los ninis hasta los 40 años.

Tierra fértil para la delincuencia

La desesperanza, la falta de un proyecto de vida y un ánimo consumista son otras de las características de los jóvenes de la generación nini. Muchos de ellos, en la búsqueda de satisfacción personal, encuentran en la delincuencia un espacio donde logran ser tomados en cuenta. Por su parte, los grupos delictivos los ingresan en sus filas porque las penas judiciales son menores para quienes aún no han cumplido los 18 años de edad.