María Silva
Agencia Reforma
“El tabaco, con todos sus componentes químicos, causa irritación a la mucosa bucal y gastrointestinal, y posteriormente aparecen otros padecimientos si se fuma con periodicidad o exceso”, explica Mirtala Güitrón Reyes, cirujano dentista con especialidad en periodoncia, implantología y odontogeriatría.
“Según la predisposición de cada quien, el cigarro produce resequedad en la boca y aumenta la proliferación de las bacterias, sobre todo en la lengua, la cual está formada por muchas papilas, y se produce el mal aliento, además de las afecciones, desde gastrointestinales hasta pulmonares”.
Si además se padece gingivitis o inflamación de las encías y sangrado, que es una enfermedad periodontal, la mucosa se endurece por la resequedad y enmascara el problema y, al momento de atender a un paciente fumador, el porcentaje de éxito se disminuye en un 50 por ciento, advierte la especialista.
Por la falta de saliva, cuya función es limpiar la boca, se forman caries en los dientes; el alquitrán y las sustancias químicas del cigarro influyen para tornarse más amarillentos, aunque con la edad sucede igual.
Mala combinación
El alcohol también contribuye a la resequedad en la mucosa bucal porque deshidrata, es decir, baja la producción de saliva y aumenta la proliferación de bacterias.
“Si se combina con el tabaco -y a mayor edad- es más factible que se desarrolle un cáncer bucal, que en los últimos años ha registrado un mayor número de casos”, alerta Güitrón Reyes.
En México no hay estudios muy exactos, pero aclara que es un país muy similar a los latinoamericanos y en Argentina se ha encontrado que el cáncer bucal ha aumentado un 5 por ciento, sobre todo en las personas de la tercera edad, y está comprobado que el alcohol, en combinación con el tabaco, predisponen a este mal.
“Todo se combina; también está demostrado que la enfermedad periodontal o de la encía hace más susceptible a la persona a tener accidentes cerebrovasculares o infartos por las bacterias que se tornan más agresivas, y al cepillarlas constantemente, llegan al torrente sanguíneo, y de ahí al corazón; si hay la predisposición se produce desde una endocarditis pasajera hasta permanente”, describe.
Explica que estas bacterias en una persona sana no implican ningún inconveniente para su salud, porque la limpieza diaria rompe su ciclo de vida, y si se usa el hilo dental se disminuye aún más la posibilidad de sufrir enfermedades cardiovasculares, porque esos microorganismos se quedan entre los dientes y el cepillo no alcanza a eliminarlos.
“Y con el hábito del cigarro y el alcohol se acumulan mucho más las bacterias en la lengua ocasionando patologías como la lengua vellosa o con hongos, cuyo aspecto es blanco o café y sólo desaparece al dejar de fumar.
“Una irritación constante por la combustión del cigarro en boca nos puede provocar que una lesión que sea benigna, como un afta o fuego, se pueda tornar maligna”, subraya.