Por Sandra Maqueda
Todos en algún momento hemos pasado por situaciones difíciles, pasamos tiempo haciendo lo que no nos gusta, dejamos que el tiempo que es tan valioso se nos vaya de las manos y lo gastamos en cosas que nos dañan la mente. El tiempo que en este país (Estados Unidos) es sinónimo de dinero, hoy quiero hablarles sobre el tiempo porque muchas veces gastamos tiempo del que tenemos en cosas ambiguas y desperdiciamos momentos maravillosos con nuestros hijos, nuestras parejas, nuestros amigos y hasta con uno mismo. Bendito tiempo que nadie puede comprar por que las agujas del reloj no se detienen.
En los días pasados estuvimos hablando en nuestro programa de radio sobre los casos en los que CPS (Child Protective Services) Servicios de Protección para Menores, le quita a sus hijos a las familias que muchas veces por ignorancia o porque seguimos arrastrando una cultura de disciplina violenta desde nuestros lugares de origen, o simplemente porque NO pasamos tiempo de calidad con nuestras familias, dejamos un abismo enorme en nuestras relaciones, al grado tal que nos volvemos extraños en nuestra propia casa y a la hora de la disciplina, recurrimos a la violencia porque estamos ajenos totalmente a lo que esta sucediendo con nuestros hijos, con nuestras parejas, porque no hay tiempo, porque hay que trabajar, porque no me alcanza el día, etc. Los pretextos sobran.
Lo cierto es que en este país cambiamos muchos de nuestros conceptos de familia, olvidamos nuestros principios y valores porque nunca hay tiempo para comer juntos como familia y si de casualidad se dan esos momentos preferimos ver la TV o estar pegados al celular, sumergidos en las redes sociales o simplemente “aprovechando el tiempo” para ver nuestro programa favorito o la serie del asesino, del narcotraficante, de los adictos, de los infieles, bueno pues hasta pornografía animada. Y no exagero, basta que le eches un vistazo con verdadera conciencia al contenido que hoy en día tienen los programas que las empresas de programación en línea, cable o satélite nos ofrecen. Y lo peor de todo es que nuestros hijos están recibiendo toda esa información desde muy temprana edad y obviamente irán absorbiendo esos mensajes y los harán parte de su conducta.
Entonces, porqué nos quejamos después cuando nuestros hijos están rebeldes, cuando no nos escuchan, cuando como una especia de zombis se la pasan pegados a la televisión, la computadora o al celular, celular que nosotros mismos les damos para que se entretengan y nos dejen hacer nuestras actividades o para “poder descansar”. Lo peor del caso es que comenzamos a ejercer violencia física creyendo que así nos van a obedecer y muchas veces esos golpes, insultos y gritos se convierten en un verdadero infierno para todos en el hogar, cuando nosotros mismos pudimos evitar todo esto pasando tiempo de calidad con ellos, conversando con nuestra pareja para acordar técnicas de disciplina con amor, apagando la TV y retirando los celulares a la hora de la comida o la cena para saber cómo están , cuales son su preocupaciones, si en la escuela tienen dudas o problemas.
Hay mucho que podría decir al respecto de este tema pero quiero concluir con una frase. Ni todo el dinero del mundo, ni ninguna cosa material te puede dar la tranquilidad de tener una familia unida. Es una pena que nuestros mismos hijos reporten a la policía el maltrato físico y que en algunos casos hasta deportados terminan los padres y los hijos en manos del estado o en hogares adoptivos. Ojala que podamos reaccionar y darnos cuenta que el tiempo invertido con nuestra familia es lo más valioso que tenemos. Y que la familia es el núcleo de la sociedad por ende esto nos afecta a todos, porque todos somos uno.