Sophia Vackimes, Coordinadora de Servicios de Emergencia en Español, Ciudad de Renton
Indudablemente la vida de nuestros familiares y amigos, así como nuestra propiedad son las primeras preocupaciones que tenemos cuando pensamos en una emergencia. Hacemos lo imposible por mantenernos a salvo, y a la vez procurar que una inundación, terremoto, o incendio dañen o arruinen completamente lo que hemos logrado acumular a través de años de sacrificios. Todos hemos visto las imágenes de familias enteras huyendo, por ejemplo, de huracanes tomando carreteras para ir a lugares seguros.
Llueve de manera inusitada. Ni los reporteros que vemos en la televisión aguantan tanta agua. Se inundan barrios enteros, corre líquido a torrentes. Luego de estas imágenes comienzan a transmitirse otras de grupos de rescate buscando sobrevivientes. Drones vuelan sobre fraccionamientos. Lanchas con rescatistas patrullan vecindarios. Recogen a alguien que no pudo dejar su hogar. Hallan a otro pidiendo socorro desde el techo de su casa.
Cuando el huracán Katrina estaba a punto de azotar contra la ciudad de Nueva Orleans, y sus ciudadanos fueron ordenados a evacuar la ciudad porque el evento que seguiría era pronosticado como devastador, dejaron atrás sus hogares, sus pertenencias y también sus mascotas. La calamidad que le siguió a esa orden fue enorme.
Muchísima gente se salvó viajando a estados vecinos, pero muchísima también quedó atrapada en sus vehículos o viviendas durante horas y días; otros murieron esperando ayuda. Pero ellos no fueron las únicas víctimas. El cálculo que se ha hecho de animales abandonados en la ciudad fue enorme además de los seiscientos mil animales muertos. La ciudad ha tomado años en recuperarse, y grandes partes de ella sigue abandonada; perros callejeros abundan en algunos barrios, muchos de los cuales son descendientes de aquellos que se salvaron. Es comprensible que durante una catástrofe, como la que causó Katrina muchas personas hayan tenido que dejar atrás a sus mascotas al no tener lugar en el automóvil para llevarlos consigo. Pero la cantidad de animales abandonados ilustra que en la mayoría de los casos fueron simplemente abandonados.
Los animales domésticos tienen pocas opciones para su supervivencia puesto que dependen enteramente de nosotros para su alimento y seguridad. A través de siglos y siglos nos hemos responsabilizado de ellos, los hemos criado, mantenido a nuestro costado considerándolos parte de nuestras familias. Durante una emergencia no es suficiente dejarlos en casa con la esperanza de volver a ellos y hallarlos sanos y salvos.
Igual que como nos preparamos para mantener segura a la familia, tenemos que considerar que haríamos en caso de tener que viajar con nuestros animales puesto que no es sencillo viajar con ellos. Sus jaulas, alimentos, medicamentos, y productos para su limpieza deben de estar siempre bien dispuestos. Es imprescindible que los animales tengan sus vacunas, identificación, y registros al corriente y que tengamos comprobantes de ellos; es conveniente utilizar un microchip para que puedan ser rastreados electrónicamente en caso de extravío. Es recomendable asimismo tener siempre a la mano lo siguiente para asegurar que en caso de una emergencia podamos viajar con ellos de manera cómoda y segura: comida para por lo menos tres días, agua, documentos importantes (registro de compra, adopción, vacunas y tratamientos médicos), kit de primeros auxilios que contenga información sobre como tratar problemas con animales, correa con identificación sobre vacunas contra la rabia (si se trata de perros), jaula o transportador, arena sanitaria (si se trata de gatos), fotografía de la mascota, juguetes y cobertor adicional. También considere que si hay que huir y buscar auxilio en hoteles o moteles, muchos de ellos no reciben animales.