Sophia Vackimes, Oficina de
Gestión de Emergencias,
Ciudad de Bellevue
¿Ya decidió qué va a hacer el año nuevo? La mayoría de nosotros, luego de comer hartos pasteles y chocolates, dulces, ponches navideños, pavos, rostizados, tamales, y todo tipo de tentaciones de temporada decidimos que nos vamos a poner a dieta. Otros salimos corriendo a comprar un automóvil nuevo, o a cambiarle llantas al viejo; muchos más regresamos algunos regalos que no nos gustaron mucho y los cambiamos por una que otra cosilla por ahí que se nos había antojado desde hace rato. Millones deciden que este nuevo año van a bajar de peso, cortarse el cabello, ser sinceros con la novia o el novio, adoptan uno que otro perro, gato o canario, o deciden limpiar su closet o cochera de muchísimos objetos que andan perdidos por ahí y que solamente estorban. Lo triste es que esta temporada es engañosa, y que escogemos hacer cosas que realmente no vamos a cumplir. Es por ello que cada año nos venden en las tiendas lo mismo de lo mismo. Hay descuentos de ropa de deporte y de subscripciones a clubes de dietistas por todos lados a los que nos apuntamos con ahínco y que abandonará la mayoría de las personas pronto, también hay muchos perritos que van a dar al rescate.
No se escapa nadie de estos ciclos de deseo y fracaso. Cada año nos prometemos a nosotros mismos el cumplir con metas poco claras. Yo, claro, estoy lista para comenzar mi dieta, y sin embargo aquí sigo disfrutando de los dulces que continúan trayendo a la oficina porque aún es temporada de fiestas. Y, el asunto es que entre nosotros los hispanos es cuento de nunca acabar porque ahora ya viene la fiesta de Reyes, luego la Candelaria, Carnaval, y ya pronto estaremos en Semana Santa y Pascua.
Es cierto que es fácil pensar en asuntos que nos deleitan y que es más difícil pensar en problemas más complicados. Sobre todo, si estos se refieren a situaciones que pueden suceder o no a futuro como lo son las eventualidades dramáticas del clima, la geografía, y múltiples otras situaciones que nos pudieran afectar durante una emergencia o desastre. Pero, por ejemplo: ¿Tenemos herramientas a la mano en caso de tener que hacer una reparación de emergencia en casa? Recuerdo que hace muchos años trabajaba yo en una oficina y para la Navidad, mis compañeros y yo, organizamos un intercambio de regalos. Cada uno de nosotros escribió su nombre y un deseo de Navidad y luego lo colocó en un recipiente lleno de papelitos blancos. Yo recién había rentado un departamento y andaba decorándolo y recuerdo que no tenía herramientas para colgar un sinfín de cuadros y adornos. Puse mi nombre en un papelito y cuidadosamente apunté “martillo” y la marca del que quería. No quería uno corriente, sino uno que me sirviera largos años; eso sí, cuidé que fuera dentro del límite de gasto de los regalos. Cuando llegó la fiesta de Navidad, una persona andaba por ahí muy enojada. Estaba enfurecida porque alguien había pedido un regalo feo y poco Navideño. Además, le había costado trabajo envolverlo. En fin, así las cosas, llegó el momento de abrir los regalos y reconocer quién los había regalado. Todo mundo celebraba con bufandas, chocolates, galletas, pegatinas, calcetines, más dulces y montones de cosas que costaban menos de veinticinco dólares. Yo tomé mi regalo y era un bulto irregular envuelto en papel navideño, luego periódico y luego de arrancar mucha cinta pegajosa apareció un maravilloso martillo azul y plata. Me dio muchísimo gusto mientras que alguien por ahí dijo “con razón…” puesto que siempre he tenido fama de ser algo rara.
En fin, que el martillo me ha durado más que ningún otro regalo en la vida (exagero, claro, pobres novios … ). Viajé de aquí para allá con él para por fin perderlo el año pasado. No sé qué le habrá sucedido pero era un pesado. El asunto es que en el coche traigo cosas que no son muy bellas pero que me podrían sacar de un aprieto. Debo confesar que justamente me falta una que otra herramienta que voy a ir a comprar hoy porque me da vergüenza estar escribiendo esta columna y no tener todo lo que debo tener para estar segura. Este es mi cometido de principio de año. Mi caja para las emergencias de temporada de frío contiene, por si me quedara sin poder circular en mi coche debido a mal clima, una chamarra gruesa, guantes para el frío, calentadores químicos para las manos, agua, golosinas altas en proteínas y otras en calorías, abrelatas y algo de comida enlatada para una emergencia. Pero, ahora que lo pienso, además de las herramientas también necesito una lámpara y un radio de baterías. ¿Los pondré en la lista para la fiesta de Reyes Magos?