Sophia Vackimes, Coordinadora de Servicios de Emergencia en Español, Ciudad de Renton
Aparentemente los dos términos sirven para designar lo mismo: un evento inusitado que súbitamente cambia nuestras vidas, algo que está fuera de nuestro control y que nos afecta directamente causándonos dolor emocional y/o físico. Un accidente automovilístico o un incendio en nuestras casas es una emergencia y ciertamente una calamidad personal, pero cuando hablamos en términos de una población, un desastre es un asunto complicado que involucra no sólo a un tipo de servicios de emergencia, como a los bomberos, sino a varios. Por ejemplo, una inundación requiere de la respuesta de un sinnúmero de profesionales: el equipo de bomberos, la policía, operadores de radio, el cuerpo de rescate, etc.
Cuando un evento azota a una población entera, ya sea una ciudad, condado o estado estamos hablando de daños inmediatos y potenciales a largo plazo que pueden afectar a una cantidad enorme de personas, animales, propiedades personales, así como al medio ambiente. Un huracán, como los muchos que han ocurrido este verano alrededor del mundo por razones de calentamiento global azotan desmedidamente a miles e inclusive millones de personas las cuales necesitan socorro inmediato. El asunto es que la mayoría de las veces no hay quien se los dé. Muchos de nosotros hemos formado mentalmente una imagen sobre cómo operan los servicios de emergencia. La televisión, el cine, y ahora el internet, nos han alimentado con imágenes heroicas de seres súper humanos quienes salvan a poblaciones enteras con métodos fantásticos. En el cine es fácil crear la ilusión de que la población donde vive un héroe será salvada inmediatamente, o durante las dos horas que dura la película. Pero la realidad de las cosas es que—tal como hemos visto en las noticias últimamente—la realidad es complicada. La mayoría de las veces son las familias, amigos, vecinos mismos quienes tienen que salvarse unos a otros. Es necesario entender que los servicios locales, estatales y nacionales no tienen la capacidad para atender a toda persona que los pudiera necesitar de manera inmediata. Si tiene uno toda la suerte del mundo quizá la ayuda llegue como caída del cielo—o por helicóptero—con nuestro artista preferido a bordo. Es necesario darse cuenta de que lo primero que tenemos que hacer es saber con quién contamos y con quién no. ¿Cuenta usted con sus vecinos? ¿Tiene usted a la mano sus contactos más importantes? ¿Tiene cargadores adicionales para su celular?¿Qué haría si no hay servicios eléctricos luego de cuatro días?