(AP) — De regreso a Washington luego de una gira latinoamericana, el presidente Barack Obama debe lidiar ahora con una serie de retos: Varias crisis sacuden Africa y el Oriente Medio, mientras los estadounidenses demandan una recuperación más rápida de la economía.
En el frente interno, Obama deberá afrontar desde un diferendo en el Congreso sobre gastos que amenazan con paralizar el gobierno hasta la furia de legisladores por la participación de Estados Unidos en la campaña militar internacional en Libia.
El presidente dejó detrás una estela de buena voluntad en América Latina, fortaleciendo alianzas que la Casa Blanca dice van a ser vitales en el futuro, pero el momento escogido para el viaje creó dolores de cabeza políticos y logísticos, pues la gira de cinco días por Brasil Chile y El Salvador tuvo lugar mientras Estados Unidos y sus aliados lanzaban ataques aéreos aprobados por la ONU contra el régimen de Moamar Gadafi.
Ahora, legisladores en ambos partidos cuestionan los costos y el objetivo de la acción militar, mientras que otros expresan creciente frustración de que Obama no consultó más exhaustivamente con al Congreso antes de autorizar la participación estadounidense.
El senador republicano John Cornyn, resumió gran parte del sentir de su partido al preguntar en un tweet: “¿Va el Congreso a hacer valer su papel constitucional o va a quedarse con los brazos cruzados?”.
Tan pronto como el avión presidencial tocó el suelo estadounidense el miércoles por la tarde, el presidente de la Cámara de Representantes, el republicano John Boehner, le envió a Obama una virulenta carta en la que demandó más detalles de los pasos en Libia.
Las críticas provienen también de los demócratas. Uno de los miembros más liberales del Congreso, el representante Dennis Kucinich, dijo que planea presentar una propuesta de ley para bloquear los fondos para las acciones militares en Libia.
El senador moderado Jim Webb, una voz respetada en materia militar como ex secretario de la Armada, dijo que la estrategia estadounidense en el conflicto carece de claridad y que el punto final no ha sido definido.
En conferencias de prensa desde Santiago de Chile hasta San Salvador, Obama dijo categóricamente que el papel militar de Estados Unidos será limitado y que muy pronto se reducirá a tareas de apoyo.
En tanto, la amenaza de un cierre administrativo del gobierno acecha de nuevo. Las operaciones federales están funcionando por el momento gracias a otra ley temporal de gastos, que expira el 8 de abril. Eso significa que Obama tiene apenas dos semanas para ayudar a conseguir un acuerdo que mantenga al gobierno en funciones por los seis meses que le quedan al año fiscal.
Los representantes republicanos no quieren hacer concesiones en su demanda de 61.000 millones de dólares en recortes presupuestarios, pero eso no va a resultar en el Senado y Obama ha amenazado con vetarlo, lo que no deja un sendero claro hacia una solución. “No puedo recordar una agenda tan atestada, con dos asuntos de enorme urgencia al tope de la lista”, dijo Norman Ornstein, especialista en el Congreso y políticas para el grupo American Enterprise Institute.
“Está Libia, por supuesto, pero con el añadido de duras críticas al presidente por lo no pedir autorización del Congreso. Y la batalla del presupuesto, que yo pienso que muy probablemente llevará a un cierre administrativo”, agregó.