Por Álvaro Guillén
Recuerdo muy bien nuestros primeros meses de publicación.
La semana que la primera edición impresa salió a las calles en abril del 2006 nuestros teléfonos comenzaron a sonar incesantemente. Eran llamadas de propietarios de negocios y agencias de publicidad interesados en anunciar pero también otras llamadas menos gratas: llamadas de odio. Gente ignorante, racista, pobres de mente y espíritu que se indignaron al ver un periódico en español en su ciudad y nos “sugerían” que regresamos a México o al país de donde vinimos.
Lejos de amedrentarnos, esas llamadas nos alentaron y confirmaron la necesidad de otro periódico en español para darles una voz a los hispanos y denunciar agresiones similares a las que estábamos viviendo en carne propia.
Animados por estadísticas y estudios de mercado que indicaban a nuestro estado como uno de los estados de más rápido crecimiento de población hispana en el país, emprendedores latinos locales iniciaron docenas de publicaciones impresas en Washington.
Pocos meses después, bien posicionados en el mercado y habiendo establecido nuestro liderazgo, con gran satisfacción apoyamos a los medios que golpearon nuestra puerta solicitando la difusión de sus nuevos emprendimientos – incluyendo radio y TV- dándoles así un merecido empujón inicial.
Lindas y creativas revistas de entretenimiento latino, quinceañeras, fútbol, bienes raíces, psíquicos, ecología, espiritualidad, restaurantes, autos y revistas de negocios impresas en costoso papel brillante relucían en las tiendas y restaurantes hispanos a lo largo del Puget Sound. También abundaban los gruesos directorios con valiosa información que las familias hispanas llevaban a sus casas como fuente de consulta.
La cantidad de publicaciones deseando un espacio en las tiendas locales hispanas era grande y la pugna de los distribuidores no era menor en su afán de obtener la mejor posición en el rack para las publicaciones de sus clientes.
Para garantizar un espacio en los locales hispanos, nuestro departamento de distribución liderado por la mexicana Yolanda Johnson de la mano de su compatriota Elisa Ramirez, logró en tiempo récord establecer 810 puntos de entrega con racks propios de La Raza a lo largo del corredor I-5, desde Ferndale cerca a la frontera con Canadá hasta Olympia.
Era común ver familias levantando una docena de publicaciones hispanas para llevar a sus hogares junto a las tortillas, bebidas, frutas y verduras de sus países de origen para el fin de semana.
Cerca de diez periódicos publicados en Washington compartían junto con revistas de todo tipo los espacios en las tiendas latinas y restaurantes.
Deseamos hacer un merecido reconocimiento a los esfuerzos de los emprendedores hispanos que con sus recursos propios lanzaron estas publicaciones al mercado local creando empleos y con la visión de servir, informar, entretener y educar. Con su inversión y trabajo contribuiyeron a la economía y desarrollo de nuestra comunidad y de nuestro estado.
Entre estos emprendedores hispanos no podemos omitir el rol de Felix Valderrama quién a través de su empresa de distribución de publicaciones sirvió a la gran mayoría de ellas haciendo posible que llegaran a las tiendas y las manos de los lectores.
La galería de fotos aquí compartida es del archivo de publicaciones hispanas de La Raza del Noroeste y será donada a una biblioteca pública local para ser integrada a sus archivos históricos y así perpetuar su existencia para referencia de futuras generaciones.