La victoria

Reflexiones

La Raza del Noroeste

¿Realmente podemos hacer cambios?

En esta semana vimos tres movimientos en sus diferentes etapas de manifestación.

Primero, el movimiento en contra del gobierno de Maduro sigue cobrando vidas en Venezuela pero se está extendiendo fuera de sus fronteras.

Tanto que han llegado a Seattle con venezolanos protestando y pidiendo por la paz en su país de origen.

De los tres, este es el más riesgoso. No hay mayor peligro que amenazar a un gobierno que tiene todo el poder y puede hacer sus propias leyes.

El segundo fue un movimiento que tiene ya años.

Diez personas hicieron un acto de desobediencia civil el pasado lunes en la mañana para prevenir que inmigrantes fueran deportados del Centro de Detención en Tacoma.

El acto fue pequeño comparándolo con marchas del 1 de mayo y con otro acto de desobediencia civil donde más de 30 mujeres fueron arrestadas cuando se rehusaron a salir de las oficinas del partido Republicano en Bellevue en noviembre.

Las deportaciones no van a parar hasta que el Presidente Obama y el Congreso realmente se pongan a trabajar en una reforma migratoria y dejen de echarse la culpa como niños queriendo la última rebanada de pastel.

Es bueno que estas manifestaciones sigan pasando. Es una buena manera de decirles a los poderes “¿te acuerdas que prometiste esto?”

Muchos dirían que estas manifestaciones son una pérdida de tiempo. Y la verdad que se están haciendo tan comunes que están perdiendo ese impacto que tenían antes y ya no despiertan a la comunidad en general.

Pierden su vigor.

Pero esta semana pasó otra cosa que nos recuerda que si vale la pena seguir poniendo el dedo en el renglón.

El Gobernador Jay Inslee firmó como ley la versión del estado del DREAM Act. Por fin, estudiantes inmigrantes tendrán acceso a ayuda financiera del estado que los ayude a pagar por sus estudios.

Esto es una victoria.

Y si la gente hubiera parado de pedirlo y no hubiera hecho manifestaciones, esto no hubiera ocurrido.