Cerca del 15% de las ofertas de trabajo que emplean a trabajadores inmigrantes o nacidos en el extranjero en los EE. UU. todavía están vacantes, mientras que el sistema de inmigración legal se encuentra en aprietos. Desde el empaque de carne hasta la construcción de viviendas, pasando por los profesionales de STEM y las enfermeras, la economía posterior a la pandemia se tambalea por una fuerza laboral diezmada por políticas de inmigración restrictivas, que empeoraron bajo la administración de Donald Trump.
“Desde mediados de 2019 hasta finales de 2021, prácticamente no ha habido inmigración neta en los EE. UU.”, dijo Giovanni Peri, Ph.D. profesor de economía y fundador y director del Centro de Migración Global de UC Davis, citando datos del censo de la Oficina de EE. UU.
“Aunque a finales de 2021 y principios de 2022 estas cifras volvieron a crecer, el hecho de que se detuviera la entrada de inmigrantes, hizo que el país perdiera más de 1,7 millones (de inmigrantes)”, agregó Peri y señaló que 900.000 de ellos habrían sido universitarios trabajadores del sector STEM -médicos, informáticos, ingenieros biomédicos, bioexpertos-, y 800.000 habrían sido no universitarios concentrados en sectores como alimentación, hostelería, y el cuidado de niños y tercera edad. “Estamos hablando del 1,1% de la fuerza laboral estadounidense”, agregó Peri.
Peri habló durante una rueda de prensa el 26/8/22 organizada por Ethnic Media Services que hizo sonar la alarma sobre cómo la falta de inmigrantes está perjudicando la economía. Mientras tanto, la discusión pública se centra en un estimado de 2 millones de cruces fronterizos estimados para el año fiscal.
La reducción de la inmigración coincide con más y más ciudadanos estadounidenses que optan por trabajar desde casa en trabajos en línea, y personas de 50 y 60 años que optan por la jubilación anticipada. Cuando las empresas luchan por contratar personal, los salarios suben y el aumento del costo de la mano de obra se traduce en inflación, explicó Peri.
Según la Oficina de Estadísticas Laborales, en julio de 2022 había 10 millones de puestos de trabajo vacantes en EE.UU. Antes del COVID, en un periodo similar, esa cifra era de 6 millones.
Los expertos están de acuerdo en que debe haber un esfuerzo del gobierno para hacer que el programa de visas H1B (patrocinado por los empleadores) sea más fuerte e inclusivo para todos los sectores, al mismo tiempo que se aborda la monstruosa acumulación de solicitud de tarjetas verdes y de asilo.
“En los últimos seis o siete años hemos visto tremendos retrasos en los procesos de inmigración en todo el país, tanto en los tribunales como a través de los Servicios de Ciudadanía e Inmigración de los Estados Unidos (USCIS)”, dijo Gregory Z. Chen, director sénior de relaciones gubernamentales en la Asociación Estadounidense de Abogados de Inmigración. Chen señaló que cuando el presidente Barack Obama dejó el cargo, había alrededor de 500.000 casos de inmigración atrasados en comparación con 1,4 millones de casos durante la administración Trump.
“Al día de hoy tenemos alrededor de 1,6 millones de casos que esperan ser escuchados, (cada uno) por lo general toma de cuatro a seis años”, agregó Chen. “Muchas empresas están ansiosas por operar”.
En tanto, el Sistema Automatizado de Exportaciones (AES), organismo encargado de tramitar los permisos de trabajo, también incrementó sus tiempos de trámite de 180 días a hasta siete meses.
Estos retrasos pueden solucionarse a través de una reforma migratoria integral. Aunque casi el 70% de los estadounidenses está a favor, no ha habido apetito en un Congreso polarizado para aliviar las restricciones incluso para los inmigrantes legales.
Chen destacó como la Ley de Reducción de la Inflación del presidente Joe Biden -recientemente promulgada- originalmente incluía disposiciones para legalizar a los inmigrantes no autorizados, una disposición que tuvo que ser abandonada para obtener el apoyo bipartidista.
“La realidad sobre lo que la inmigración representa como un beneficio para el país y la economía, a menudo se ha invisibilizado por la idea de que está relacionada con problemas de seguridad nacional fronteriza”, dijo Chen, quien no ve un proyecto de ley de reforma migratoria venidero ni siquiera en 2023.
Para Julie Collins, perfusionista y directora del programa del Departamento de Ciencias Cardiopulmonares de la Facultad de Ciencias de la Salud de la Universidad Rush, un campo en el que la ausencia de inmigrantes se siente con fuerza es la atención médica.
Collins trabajó en el piso de COVID de su hospital durante dos años y vio de primera mano el impacto de la escasez crítica de profesionales de enfermería.
“Estaba ayudando a cubrir los turnos y vi cómo las enfermeras se estaban desgastando al cuidar a los pacientes en las unidades de COVID”, dijo. “A medida que COVID comenzó a mermar, las enfermeras buscaron la jubilación anticipada, algunas cambiaron de profesión y algunas incluso murieron de COVID. Esto nos dejó con menos enfermeras para cubrir los puestos vacantes en nuestras unidades”.
Aunque los pisos de COVID se han cerrado, los hospitales tienen poco personal y la atención personalizada de los pacientes ha terminado, dijo. “A menudo, las enfermeras atienden a múltiples pacientes, lo que aumenta sus posibilidades de cometer errores y causar angustia emocional”, dijo Collins.
Hay cerca de 194.000 puestos vacantes para enfermeras y no hay suficientes enfermeras estadounidenses para cubrirlos. Desde los años 80, cuando los hospitales no tenían suficiente personal, enfermeras de otros países han ocupado estos puestos. Pero hoy, anualmente, las visas H1B están limitadas a 140,000 y las visas patrocinadas por familiares están limitadas a 226,000.
“Veo lo cansadas y agotadas que están las enfermeras y lo frustradas que se sienten porque no se escuchan sus voces”, dijo Collins. “Si los hospitales pusieran un sistema para que pudieran seguir trayendo enfermeras (inmigrantes), no tendrían problemas para llenar los puestos vacantes”, concluyó.