MEXICO (AP) — Hace no mucho tiempo, el aire en la Ciudad de México era tan malo que los ciclistas tenían que usar tapabocas. Los pájaros caían muertos y los niños usaban colores cafés cuando dibujaban el cielo. El ozono excedía los niveles de seguridad el 97% de los días del año.
Sin embargo, la metrópolis a la que la ONU calificó como la más contaminada del mundo en un informe de 1992 ha reducido algunas de las emisiones más contaminantes en tres cuartas partes, convirtiéndose en un modelo de mejoras de la calidad del aire.
Sin embargo, una persistente nube de ozono ha sido más difícil de reducir, erigiéndose como una muestra de los problemas de contaminación secundarios que pueden esperar las ciudades tras eliminar sus contaminantes más visibles.
Al llegar el invierno, la peor época para la contaminación, la Ciudad de México anunció que planea invertir 3.000 millones de dólares para el 2012 en la expansión del transporte público y la reducción de emisiones contaminantes.
“Ha habido grandes mejoras y es importante demostrar que se podía lograr”, dijo Mario Molina, químico mexicano ganador del premio Nobel y asesor del equipo de transición del presidente electo estadounidense Barack Obama para cuestiones del medio ambiente. “Sin embargo, queda mucho por hacer antes de tener un aire realmente satisfactorio”.
En el aire menos denso de esta ciudad, el combustible se quema de manera menos eficiente, emitiendo más partículas sin utilizar. Al respirar más profundamente para llenar sus pulmones, la gente inhala también más toxinas.
El tráfico vehicular muchas veces avanza a paso lento, con una velocidad promedio de unos 20 kilómetros por hora (13 millas por hora) en el mejor de los casos, indicó la Secretaría del Medio Ambiente. Aún con los vehículos más nuevos, con menos emisiones, los expertos estiman que entre el 70 y 80% de los gases contaminantes provienen de los automóviles.
Los estudios médicos indican que el aire contaminado causa irritaciones en ojos, nariz y garganta, complicando cuadros de asma, alergias, tos, gripes y bronquitis, al tiempo de incrementar la mortandad infantil y del resto de la población.
México ha enfrentado la contaminación durante décadas, aprobando su primera iniciativa contra ella en 1971. Sin embargo, el cumplimiento de las normas ecológicas no fue vigilado a conciencia, causando los niveles históricos de contaminación registrados a principios de la década de 1990.
Al aprender de la ciudad estadounidense de Los Angeles, México empezó a promover cambios ecológicos y en los mecanismos legales. Se introdujo la gasolina sin plomo, el uso de convertidores catalíticos en vehículos nuevos, se cerró una refinería y se promovió el uso del gas natural en lugar del petróleo en las plantas de energía.
También se trasladaron varias fábricas fuera de la ciudad, descentralizando el mecanismo contaminador.
La ciudad impuso también un esquema obligatorio de medición de emisiones contaminantes y un programa que prohibió la circulación de vehículos con ciertas terminaciones durante un día a la semana. El programa deja sin circular a cuando menos 320.000 vehículos cada semana.
El plan no contempla las unidades más nuevas, que pueden circular toda la semana.
En su primera elección de un alcalde, puesto anteriormente determinado por el gobierno federal, los pobladores de la capital eligieron en 1997 al Partido de la Revolución Democrática, que maneja temas ecologistas y desde entonces ha dominado la política local.
Ahora, la ciudad planea eliminar la emisión de gases de invernadero en un 12% para el 2020 y promueve el uso del transporte público, en el cual se realiza el 82,5% de todos los viajes diarios en la urbe.