Por Hergit Llenas
En estos tiempos, en los cuales ha resurgido una ola de nativismo y un fuerte sentimiento de americanización, se cuestionan los intentos de las comunidades cuando quieren implementar programas de educación bilingüe. Arne Duncan quien fuera secretario de Educación de Estados Unidos en 2010, declaró que “para prosperar económicamente y mejorar las relaciones con otros países, los estadounidenses necesitan leer, hablar, y entender otros idiomas”. El tema de la educación bilingüe ha sido muy controversial y criticado dentro de algunos sectores de Norteamérica. Es sabido que ciertos grupos políticos y sociales anti-inmigrantes insisten en declarar que la educación bilingüe va en contra de la integración y aceptación de los valores intrínsecamente estadounidenses. La otra cara de la moneda argumenta que es el inicio de una nueva era, en la cual se crea una cultura que mira la diversidad como suma y no resta. ¿Puede causar problemas a un estudiante llevar dos lenguas a la par? No. Al contrario, en todo el mundo las niñas y niños que aprenden más de un idioma desarrollan destrezas lingüísticas, de igual manera que lo hacen los demás. Es más, los científicos aseguran que este aprendizaje trae consigo muchas ventajas. Por citar algunas: favorece la creatividad, porque la persona que habla dos códigos de leguajes distintos aprende a pensar de forma no lineal, o sea, creativamente. Este tipo de pensamiento “lateral” se caracteriza por permitir una percepción del mundo menos cerrada. También mejora la capacidad para prestar atención y, a la misma vez, permite mover la atención con mayor facilidad de un objeto a otro. Otra ventaja es que mitiga los síntomas de la demencia. Según estudios realizados sobre las capacidades bilingües, dominar varios idiomas crea circuitos neuronales alternativos que, “en ausencia de las conexiones que han ido desapareciendo por la demencia, pueden ayudar a mantener un nivel de adaptación al exterior durante más tiempo”, de acuerdo con Arturo Torres, sociólogo y psicólogo español. Finalmente, se ha encontrado que el dominio de varias lenguas ayuda a desempeñar tareas nuevas mejor. “Los bilingües tienen mayor facilidad para enfrentarse a problemas que solo se pueden resolver mediante la aplicación de reglas nuevas”, agregó Torres. Ahora bien, un individuo puede hablar más de un idioma y estar únicamente educado en uno de dos, lo que quiere decir que lee y escribe uno, pero no ambos. De ahí que, la educación bilingüe se enfoque en proveer una educación formal en los dos idiomas, a fin de que el individuo maneje con destreza tanto uno como el otro. Por eso es importante que sea parte del currículum escolar, y no nada más que se hable en casa. En vista de que el futuro apunta a la globalización y, en el caso particular de EEUU, cada día la sociedad es más hispana (para 2025, nosotros habremos crecido en un 44%), hay que abogar para que se creen, mantengan y expandan este tipo de programas. Algunos podrán negar el valor de la educación bilingüe, pero es innegable que las ventajas son muchas y prometen a nuestras poblaciones un mayor acceso a la movilidad socioeconómica. Si lo duda, mire el caso de Utah, un estado que resistió como pocos la gran recesión económica, gracias a una de las fuerzas laborales más multilingües de la Tierra.