Jorge Rivera
La Raza del Noroeste
Es tradición que los ataques a la democracia sean motivo de editoriales periodísticos; es propio, y tiene sentido. Por eso se debe hablar de lo que pasa en Honduras, como ha venido haciendo este periódico desde la semana pasada, también en su página editorial. Pero, quizo la fortuna que los sucesos en el hermano país, coincidieran con la histórica visita de su selección de fútbol al Noroeste, a participar en Copa Oro. Se calcula que unos tres mil hondureños viven en el noroeste, y por lo que pudo verse el sábado en Qwest Field, la mayoría fueron a ver a su selección nacional. Fueron momentos agridulces para quienes que hace tiempo tomaron la decisión de dejar su patria querida, y buscar un futuro aquí; el sabor dulce de sentir cerca a los suyos, se tornó agrio por una situación política que les duele a todos, sea cual sea su opinión sobre cambios en el gobierno. La gran mayoría de nuestros lectores no son de Honduras, pero sabemos que todos sentimos por ellos, que todos estamos lejos de nuestra tierra como ellos, y que nos preocupa lo que le pase a ese país, querido como hermano, y a cualquiera de los países nuestros. El futbol no fue bueno en ese día, pero un gol fue suficiente para que por un minuto, nuestros hermanos pudieran gritar y sentir en su sangre el punto máximo del amor por su país. No buscará este semanario opinar sobre Zelaya o Micheletti, sobre la posición de Obama o de la OEA; es claro que el conflicto es complejo, y no caben opiniones superficiales. Pero hicimos un esfuerzo de acompañarlos, de estar ahí siguiendo no tanto al equipo, como a sus emociones, como a sus sentimientos de hondureños lejos de casa. Esta semana, la gran mayoría de hispanos del Noroeste, hemos llevado a Honduras en el corazón.