Sophia Vackimes, Coordinadora de Servicios de Emergencia en Español, Ciudad de Renton
Imagine que usted despierta con malestar a media noche. Usted presiente que algo está sucediendo y se levanta. Se da cuenta que huele a quemado. Es noche; se levanta a investigar por donde viene el olor. Tiene años viniendo a Washington como trabajador migrante y está trabajando los meses de verano y otoño ayudando con la cosecha de manzanas en un rancho retirado en el este del Estado de Washington. Su familia está con usted, así como la familia de su hermano menor. Son ocho personas en total; cuatro adultos y cuatro pequeños entre medio año y cinco.
En esa parte del estado han estado sucediendo incendios pero no realmente cerca de donde usted trabaja, por ello le extraña que llegue olor quemado hasta donde usted vive. Usted reflexiona sobre el calor que ha estado haciendo, pero ello no tiene que ver con el olor. ¿Por qué huele tan fuerte? Se vuelve a acostar. Un rato más tarde las llamas rodean su casa. Todos tienen que huir, y no saben hacia dónde.
Más o menos a la misma hora, y al otro lado del estado las noticias reportaban un incendio fenomenal que ocurría en el este. Es cierto que cada año y de manera regular ocurrían incendios durante el verano. Sin embargo, en 2014, la situación comenzaba a ser alarmante debido a inesperadas alzas en la temperatura. Meses más tarde la Oficina de Climatología del Estado de Washington, presentaría un reporte indicando que de octubre 2014 a Marzo 2015 se registraron anomalías en temperatura sobrepasando la norma para esa temporada con récords sobre estadísticas anteriores.
Miles de familias tuvieron que ser evacuadas de varias poblaciones alrededor del estado. Mucha gente no sabía que significaba acatar las órdenes dadas, no podían seguir las instrucciones dadas por las autoridades. Peor aún, no tenían realmente acceso a ellas, o bien porque es difícil comunicar información de cualquier tipo (por razones un tanto obvias) con la población migrante o porque, también (y harto obvio) porque la información es impartida en inglés.
Durante esa temporada, muchas llamadas comenzaron a llegar a la Comisión de Asuntos Hispanos (Commission on Hispanic Affairs) del Estado de Washington. Personas preocupadas por la situación reportaban situaciones difíciles con respecto a la situación en el este y el centro del estado. Los reportes indicaban el peligro que corrían familias enteras tratando de huir de incendios sin saber realmente hacia dónde dirigirse. En un caso una familia numerosa caminaba sin rumbo por un camino rural, les rodeaban fuegos, y no sabían qué dirección tomar. Patrullas y camiones de bomberos pasaron al lado de ellos sin ninguna consideración e ignorando su necesidad de auxilio los dejaron de lado. En otra situación hubo quién en un incendio, con llamas alarmantes en extremo, se echó a un pequeño sobre los hombros exponiéndolo al peligroso humo que emanaba de lo quemado. También hubieron otras circunstancias que podían haberse convertido en enormes tragedias. Muchas granjas y propiedades de cultivo tenían almacenes en los cuales se guardaban substancias altamente inflamables, y que emanarían gases de alta toxicidad en caso de combustión. El problema sobresaliente para las comunidades rurales y migrantes en toda esta situación es que la información brindada respecto al origen del problema y los pasos a tomar para ponerse a salvo era o no dada o dada en inglés.
Individuos alarmados y autoridades responsables comenzaron a buscar cómo abordar el problema a futuro de dar informes a las poblaciones que viven y laboran en el estado y que hablan otros idiomas además del inglés. Anita Ahumada, Comisionada de Asuntos Hispanos del Estado de Washington se dio cuenta de que nadie estaba tratando de hallar una solución a la falta de acceso a información vital en otros idiomas además del inglés. Ella comenzó a abogar para que grupos de personas que hablan otros idiomas fueran informados. Comenzó a trabajar arduamente. Luego de muchas batallas, reuniones con representantes comunitarios y gubernamentales de todo nivel y tomando como inspiración el Stafford Act (Declaración Sobre Asistencia a Desastres de 1974) se comenzó a abogar por una medida legislativa que protegiera a las comunidades diversas que habitan en el todo el estado.
Anita Ahumada había recibido muchas llamadas indicando estado de alarma ante los eventos ocurridos y comenzó a luchar infatigablemente para que la situación cambiara. Luego de varias iniciativas, proyectos de ley, discusiones, enmiendas, pleitos con colaboradores, disputas con colegas, consultas con más colegas, alianzas con representantes de varias autoridades, topes intensos con autoridades locales, y mesas de trabajo que parecían interminables se logró que varios legisladores y autoridades se aunaran al esfuerzo de Anita Ahumada para crear una ley que requiere que la información en caso de desastre se le proporcione a la población del estado en el idioma que comprenda. Gracias Anita.