Por Jorge Rivera
La Raza del Noroeste
Una de las ventajas de las comunidades pequeñas es muchos se conocen unos a otros, que muchas veces se ayudan unos con otros. Y durante muchos años la comunidad hispana de la región ha disfrutado ese beneficio; a pesar del amplio territoria alrededor de Seattle, los hispanos que vivimos aquí somos una comunidad pequeña. Pero eso parece estar cambiando, para bien, y para mal. Nuestra historia de priméra página reporta los casos conocidos esta semana de intentos de fraude telefónico. Varias personas han recibido llamadas, que incluso mencionan a empresarios locales, para tratar de obtener información personal de quienes las reciben. El tema es delicado, revela que existen hispanos entre nosotros, conscientes y dispuestos a robar o otros como ellos. Y eso produce tristeza. En el último año se han incrementado los robos en negocios hispanos, y los intentos de estafa a los que se suma este episodio. Muchos de estos fraudes, o todos, tratan de tomar ventaja del hecho que muchos de nosotros no conocemos todas las normas y sistemas de este país; entonces hacen preguntas personales como si tuvieran autoridad para hacerlas. Y no podemos pecar por ignorancia ni por miedo, no importa cual sea la situación de cada uno en este país. Es necesario estar más alerta, reactivar la desconfianza con la que crecimos en nuestros países y que, quizá algunos, han olvidado un poco, al sentirse en un país más seguro. La mejor prevención es la comunicación, conocer a sus vecinos, a sus paisanos, preguntar a alguien con más experiencia en el país; no dár información hasta no consultar con alguien de confianza. Al final, el mundo se divide principalmente entre personas buenas, honestas, y personas que no lo son. El bien debe estar siempre unido contra el mal.