AP
) – Se ponen de pie ansiosas antes de que el autobús se detenga, listas para bajar. Llevan en sus manos banderines de los países centroamericanos de donde vienen. Del cuello les cuelgan fotos laminadas de seres queridos desaparecidos. Tal vez alguien vio a un hijo o padre desaparecido cuando trataba de llegar a Estados Unidos en busca de trabajo. O sabe que una hija está bien.
“La meta es venir a buscarlos. Esa es la intención de todas las madres que hemos venido en la caravana, conseguir que el gobierno nos ayude”, declaró Virginia Olcot, quien no tiene noticias de su esposo desde septiembre del 2009, en que llegó a Sonora, en la frontera entre México y Estados Unidos.
La organización que patrocina el viaje considera que unos 70.000 migrantes centroamericanos han desaparecido en los últimos seis años, según un cálculo que recopila informes de grupos independientes. Algunos han sido hallados en las circunstancias más crueles: cientos de posibles migrantes fueron encontrados asesinados en la comunidad de San Fernando en el estado nororiental de Tamaulipas que colinda con Estados Unidos: Primero fueron 72, en su mayoría centroamericanos masacrados en una finca en 2010, y casi 200 cadáveres, algunos mexicanos, hallados en fosas clandestinas unos seis meses después. La extorsión a las familias de migrantes es común desde que el crimen organizado se adueñó del negocio del transporte de estas personas hacia el norte en años recientes. El cartel de los Zetas en particular se especializa en retener a migrantes en casas de la frontera y amenazar con matarlos si sus familias no pagan un rescate. Se cree que muchos migrantes fueron obligados a trabajar para los Zetas u otros carteles, o fueron asesinados al negarse a hacerlo.
Este año, 38 mujeres, mayormente de Honduras y también de El Salvador, Guatemala y Nicaragua recorrerán 4.600 kilómetros (2.800 millas) y 14 estados mexicanos, partiendo desde la frontera con Guatemala y llegando hasta Reynosa, uno de los principales puertos de entrada a Estados Unidos, ubicado en la frontera con Texas.
La caravana de este año posibilitó la reunión de cinco familias. Desde que comenzaron estas caravanas hace seis años, un centenar de familias encontraron seres queridos de los que no tenían noticias.
El año pasado, la organización alemana sin fines de lucro Médico International comenzó a financiar la caravana, lo que le permite cubrir un trayecto más largo e incluir una visita a San Fernando, donde se encontraron los cadáveres de numerosos migrantes. La caravana dispone ahora de dos autobuses envueltos en carteles identificatorios y que son escoltados por la policía.
Las caravanas no solo ayudan a reunir familias sino que también procuran presionar a los gobiernos a que modifiquen sus políticas de inmigración, indicó Martha Sánchez Soler, coordinadora del Movimiento Migrante Mesoamericano, que organiza estas campañas.