Jorge Ramos
Es verdaderamente inexplicable que el país más rico y poderoso del mundo no provea un seguro médico a todos sus habitantes. Las grandes naciones son aquellas que cuidan, no a los más ricos, sino a los más vulnerables. Y Estados Unidos peca al olvidarse de ellos. La “mano invisible” del capitalismo no los ha tocado.
Por eso el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, quiere un nuevo sistema de salud. Demócratas y republicanos dicen que ellos, también, quieren un nuevo sistema de salud. Pero los congresistas se fueron de vacaciones felizmente durante casi un mes sin resolver un problema que llevamos arrastrando durante varias décadas.
Mientras tanto, nos da tiempo de examinar qué es lo que enferma al país. Si comparamos el sistema médico de Estados Unidos con el de otras naciones desarrolladas en el mundo, vemos que aquí nos falta mucho.
En Estados Unidos uno de cada seis de sus habitantes no está asegurado, según un reporte hecho por National Public Radio.
La expectativa de vida en todos esos países es superior a la de Estados Unidos — donde esperamos vivir 78 años. Pero lo irónico es que los norteamericanos pagan mucho más por su incompleto e injusto cuidado médico ($6,402 dólares por persona por año) que los japoneses ($2,358), los ingleses ($2,723) o los franceses ($3,374), por mencionar a sólo tres países que sí cubren los gastos médicos de todos.
Las compañías privadas de seguros dejan a muchos sin cobertura, por tener condiciones médicas pre-existentes. Si uno no tiene trabajo, es casi imposible pagar por un seguro privado. Médicos y hospitales piensan, sobre todo, en sus pacientes y en su supervivencia económica, no en mejorar el sistema.
Las empresas farmacéuticas comparten su deseo de crear nuevas medicinas con el de ganar mucho dinero. Y aunque el gobierno cubre a los más pobres (Medicaid), a los mayores de 65 años (Medicare) y a los veteranos de guerra, millones se quedan sin protección.
Obama está proponiendo una “opción pública” que cubra a los 46 millones que hoy no tienen seguro médico. Pero su propuesta se enfrenta con los que dicen que eso “socializaría” la medicina y con los que no quieren que el gobierno se endeude más con otro gigantesco programa social. Los congresistas y la Casa Blanca tienen todo el mes de agosto y principios de septiembre para encontrar una solución.
Mientras la encuentran, el pueblo de Estados Unidos se enferma. Uno de cada cuatro norteamericanos sufre de obesidad, según cifras del Centro para el Control de las Enfermedades. Y hasta en los niños menores de 5 años de edad, la obesidad ha aumentado del 5 por ciento en 1976 al 12 por ciento ahora. Ahí está el resultado de tantas hamburguesas, pizzas, “hot dogs”, refrescos azucarados y comida chatarra. Esta es una epidemia que sugiere un futuro de diabetes, cáncer y ataques cardíacos.
Eso no es todo. Gran parte de la población norteamericana se acerca a la jubilación. Hay 78 millones de “baby boomers” (los que nacieron entre 1946 y 1964) que van a retirarse del trabajo en los próximos años, según cálculos de la Oficina del Censo. Y casi todos ellos van a necesitar cuidados médicos. ¿Quién va a pagar por ellos? Al gobierno no le va a alcanzar el dinero para cubrir esa cantidad de gente con el Medicare. Pero se trata de que todos en Estados Unidos tengan acceso al mejor cuidado médico y no sólo aquellos que lo pueden pagar o que tuvieron la suerte de un buen seguro.