Por Esther Cepeda,
The Washington Post
CHICAGO — Rafael Edward “Ted” Cruz, oriundo de Canadá, senador junior de Texas y amante de Wagner, se echó al ruedo al presentar su candidatura republicana para la elección presidencial de 2016.
Pero hay algo evidente de lo que nadie habla en la campaña presidencial de Ted Cruz: su rostro.
OK, es simétrico en su composición, no es ni rechoncho ni demacrado –en su conjunto, un excelente rostro, realmente. Algunos hasta dirían que es el rostro de un ángel. Pero yo no, que conste. Como los cómicos en The Verge, que señalaron, con perspicacia, que el avatar del Twitter de Cruz guarda una asombrosa similitud con Jesucristo.
“Saboreemos realmente, por ejemplo, la descabellada sagacidad del candidato en Internet, como el avatar del Twitter de Cruz, que es la más flagrante pose de Jesús que pueda adoptar una persona sin blasfemar al Cordero de Dios,” escribió Chris Plante el día que Cruz anunciara formalmente su candidatura. “Desplazarse por el Twitter de Ted Cruz es como ir de compras en una librería cristiana o limpiar el cuarto de huéspedes de mi abuela. Cruz conoce su marca. … Una foto vale mil palabras.” Pero dejando de lado su sagacidad para el marketing y el simbolismo religioso, ése no es el Ted Cruz que casi todos hemos conocido.
El Cruz que ha honrado con su presencia nuestros periódicos y páginas Web pareció siempre colérico, asqueado, cansado de nuestra patética idiotez, “harto“ de nuestras estúpidas sugerencias, conocedor (de muchas más cosas que nosotros, por supuesto), apenas tolerante (de nuestras ridículas ideas), superior en todo aspecto, sumamente auto-satisfecho y, casi siempre, repleto de desprecio.
Aquellos menos caritativos que yo compararon su rostro con la mitad de la “tragedia” en la máscara de la comedia/tragedia común en los logos teatrales. En cuanto a mí, yo veo al poeta italiano Dante Alighieri, autor de la Divina Comedia.
Vayan, búsquenlo en Google y verán retratos del Dante con esa mueca de asco. Ya verán.
Es asombroso. Pero mientras Dante quizás haya experimentado lo que algunos describieron como una angustia psicótica, probablemente debido a sus dificultades políticas, emocionales y financieras, Cruz parece simplemente cansado de los que no estamos tan comprometidos con la Cristiandad o tan asqueados del gobierno como él.
Se nos debe tener lástima, realmente, ya que todos los que no lo encontremos aceptable como representante electo del país entero somos sólo, bueno, idiotas.
El conservadurismo de Cruz no es tanto una ideología política, para él es simplemente la única manera de ser y la manera correcta. Viéndolo en “CBS This Morning”, el día posterior al anuncio de su candidatura, se lo veía impertérrito.
Su cabeza inclinada, sus labios fruncidos, sus hombros encogidos y sus manos hacia arriba en gestos de incredulidad lo llevaban a uno a considerar su política como una manera de “hablar la verdad” y “defender el sentido común”.
Las investigaciones para el Instituto Nacional de Salud Mental del experto en expresiones faciales, Paul Ekman, nos dicen que la expresión de desprecio de la boca –con las comisuras de los labios elevadas o apretadas, generalmente en un lado más que en el otro– es comprendida universalmente en todas las culturas, especialmente cuando se la combina con cambios en la posición de la cabeza y de los ojos.
El desprecio, como saben, es el factor No.1 para predecir el fracaso de una relación. El desprecio envía mensajes de desdén, falta de respeto, odio y otras cosas que ni usted ni la mayoría de la gente desea ver en un líder del mundo libre.
En el sitio Web Progress Texas, Ed Espinoza declaró “Ted Cruz tiene un problema de voto latino.” Decir que el inmigrante canadiense –que ha sido tildado de anti-hispano y anti-inmigrante por organizaciones de incidencia latinas de todos los Estados Unidos– “nunca ha demostrado la capacidad de obtener apoyo de los electores latinos” es quedarse corto. Y no se trata sólo de los hispanos. Hay demasiados republicanos que se sienten repelidos para citar aquí, pero me gusta la ironía de David Brooks, columnista conservador del New York Times, quien dijo en abril: “No ayuda que tiene un rostro que se parece un poco al de Joe McCarthy, en realidad. Así es que, ya saben, me resulta un tanto desagradable.”
Recuerden mis palabras: Independientemente de si uno está de acuerdo con algunas de las posturas conservadoras de Cruz, el potencial para su éxito se reducirá a su capacidad de frenar sus petulantes expresiones que indican cuán decepcionado está de todos nosotros.