Yngrid Fuentes
Agencia Reforma
“No aprendo porque me aburro en clase”. Con el ceño fruncido y una mezcla de resignación y aflicción, un niño da esa explicación a su padre por no tener un buen desempeño en alguna de sus materias. Completamente convencido de que es una justificación aceptable.
Así, en lo que a una buena educación se refiere, algunos padres podrían sentir que la responsabilidad recae por completo sobre el maestro, los niños podrían culpar a la escuela o al profesor y los educadores a padres e hijos.
Sin embargo, expertos en educación señalan que un proceso educativo y formativo efectivo requiere de la participación y compromiso de todos los involucrados. Cada uno asumiendo sus distintas responsabilidades.
Un trabajo en equipo
De acuerdo con psicólogos y educadores, los principales responsables en la educación de niños y niñas son los padres.
Y es que aunque el resultado final debe ser producto de trabajo en equipo, de ellos depende en gran parte que los más pequeños tengan claro cuáles son sus obligaciones y se interesen en sus estudios.
“El alumno debe estar en actitud de aprender; el maestro debe estar preparado, actualizado, y el padre de familia debe de apoyar, tanto al maestro en su trabajo darle la confianza de llevar a cabo su proceso de enseñanza y aprendizaje, y darle apoyo total al alumno en todo lo que es el proceso de aprendizaje”, indica la maestra de secundaria y preparatoria Julia Reyna de Cárdenas.
También es importante que los padres muestren interés por las actividades diarias de sus hijos para que ellos emulen esa actitud en la escuela.
“El interés se da mucho por modelamiento, por ejemplo, muchos niños tienen a veces las aficiones de los padres. De repente vemos a un niño que le gusta mucho la música y no es sorpresa que de pronto indagamos y vemos que al papá o a la mamá le gusta mucho la música”, señala Andrés Bolaños, director académico del Colegio Formus. “Si mi papá o mi mamá no se interesan en la tarea de la escuela, es difícil que pensemos que el niño se vaya también a interesar, pero si la mamá o el papá muestran interés: ‘¿cómo le hiciste?’, ‘¿cómo le vas a hacer?’, ‘¿a ver, platícame cómo es esto?’, ‘¡ah, mira qué interesante lo que encontraste!’. Ejemplos de ese tipo muestran un genuino interés en el niño y probablemente aumente el interés de ese niño en lo que está haciendo”.
Frente al pizarrón
Mientras los padres estén involucrados en el desarrollo y buen desempeño de sus hijos de manera activa, en el salón de clases es importante que el proceso de educación se lleve a cabo en un entorno que facilite el aprendizaje.
Y aunque la escuela no es para mantener entretenidos a los niños, sí es importante que ofrezca un ambiente óptimo para que los alumnos absorban tanto como sea posible.
“La escuela no está para entretener, no sería el objetivo, no es para tenerlos divertidos, pues el objetivo es el aprendizaje”, aclara Bolaños.
“Por otra parte, también me queda claro que los maestros o las maestras tienen la función de diseñar un ambiente que favorezca el aprendizaje y, dentro de esto, un factor fundamental es la motivación. En ese sentido, los maestros sí tienen una influencia, no en el entretenimiento, pero sí en crear un ambiente que sea motivante para el alumno”.
En este punto, la especialista en educación infantil Julia Gallegos indica que las responsabilidades de un maestro incluyen conocer las características de sus alumnos, qué tipo de inteligencias poseen y cuáles son sus áreas de oportunidad, dominar el material que enseñan, actualizarse y buscar formas de fomentar el pensamiento crítico en los niños.
“Cuando los maestros han probado eso, los padres tienen que formar a sus niños a que ellos puedan esperar turnos, tolerar, obedecer y saber que no siempre las cosas van a ser como ellos quieren”, indica Gallegos.
Formando para el futuro
En el caso de los pequeños estudiantes, es importante que los padres les dejen claro cuáles son sus obligaciones y qué se espera de ellos, señalan expertos.
“Es responsabilidad del niño, pero no solo, junto con el padre, porque un niño es un menor de edad, significa que debe estar guiado por un adulto”, aclara Gallegos.
“Guiarlo a través del ejemplo y trabajar juntos en la formación del carácter, que sepa seguir reglas, que respete la autoridad, que respete turnos, persevere, vea la manera de aprender. Los estamos formando a los niños para un futuro. ¿Qué va a pasar el día que entren a la preparatoria donde nadie los está persiguiendo?”.
Así, una excusa como el aburrimiento es un área de oportunidad para evaluar y reafirmar el rol que tanto a maestros como a niños y padres les toca desempeñar.