Jorge Ramos
CIUDAD DE MÉXICO — En estos momentos, el gobierno de México no puede garantizar la vida de sus habitantes ni está creando suficientes trabajos para su población. Dos temas dominan las conversaciones: crimen y desempleo. Y es difícil encontrar a alguien cuya familia no haya sido afectada por un delito o un despido. En primer lugar me sorprendió el debate surgido por las declaraciones del empresario Carlos Slim, uno de los dos hombres más ricos del mundo, en el sentido de que México iba a perder empleos y a cerrar empresas por la crisis económica mundial. Quizás a Slim le faltó decir qué es lo que él estaba dispuesto a hacer para ayudar a México en esta coyuntura, y eso es lo que molestó a muchos. Pero su pronóstico es correcto. México va un paso atrás y muy tarde. No se trata de discutir si va a aumentar el desempleo y si van a cerrar varias empresas. Eso es un hecho a nivel mundial. De lo que se trata es de tener un plan gubernamental para enfrentar esta crisis. Muchos mexicanos con quienes conversé tienen la impresión clara de que no hay un plan nacional ante la crisis y que tendrán que rascarse con sus propias uñas. Felipe Calderón no ha sido, como prometió en su campaña, el ?presidente del empleo?. Y, más bien, tendrá que luchar mucho para no ser recordado como el presidente del desempleo, de la recesión y de la devaluación del peso. El otro punto es la violencia. Estoy cansado de escuchar a funcionarios del gobierno, a gobernadores y a hasta alcaldes decir que los frecuentes asesinatos, secuestros y delitos son ?hechos aislados?. Lo peor de la situación es que los magos gubernamentales nos tratan de convencer de que todo es un asunto de percepción. Que no es cierto que estemos tan mal. Que no es cierto que se estén perdiendo cientos de miles de empleos. Que no es cierto que los narcos controlen partes del país. De hecho, acusan de ?catastrofistas? a los que no comparten sus análisis de paz, orden y crecimiento, que los funcionarios pintan de color de rosa. ¿En qué México viven? El gobierno esconde la incómoda realidad para ganar un poquito más de tiempo. Pero si Calderón no actúa con todo vigor, México se va a quedar fuera del futuro. Echenle la culpa a quien quieran. Pero el asunto, de verdad, no es tan complicado. Ante la pregunta de si los mexicanos están viviendo hoy mejor que cuando Calderón tomó posesión en el 2006, la respuesta es un dolorosísimo no.