Por VALERIA FERNANDEZ, Associated Press
NOGALES, Sonora (AP) — Después de casi un año y medio de no ver a su hijo de 3 años Ardani Rosales volvió a abrazarlo tras su deportación.
Rosales viajo desde la Ciudad de Guatemala para presentarse el martes en la frontera de México con Estados Unidos y pedir que le dejen reingresar al país donde vivió por más de 8 años. Antes de cruzar pudo ver a su hijo Pablito en territorio mexicano.
Autoridades de la Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza tras el ingreso de Rosales a territorio estadounidense, lo tienen en custodia. Podría ser transferido a un centro de detenciones mientras se resuelve su pedido de ingreso humanitario.
“El volver a tenerlo en mis brazos (a su hijo Ardani) fue lo más hermoso que pude sentir, sentir ese amor de padre”, dijo Rosales de 27 años. “Le prometo que lucharé hasta el final para poder estar con ellos. Lo que le he pedido a Dios día a día es poder estar con ellos otra vez”.
Rosales se presentó en la garita fronteriza de Nogales después de una misa en la fronteriza Sonora y que fue auspiciada por el cardenal Sean O’Malley, con la presencia de 10 obispos católicos.
“Quienes han perdido la vida y quienes son deportados diariamente, tienen el mismo valor y la dignidad innata que Dios le ha dado a todas las personas, pero aun así, no vemos sus sufrimientos y sus muertes”, dijo el obispo Eusebio Elizondo, de Seattle, presidente del Comité sobre Migración de la Conferencia de Obispos.
El regreso de Rosales coincide con el inicio de una marcha de tres días de un total de 60 millas que tiene como destinó el Centro de Detenciones de Eloy. La marcha encabezada por el grupo PUENTE busca llamar la atención sobre la separación de familias migrantes y el récord de deportaciones que ha llegado a dos millones de personas durante la administración del presidente Barak Obama.
Rosales pasó un año y medio detenido en ese centro de detenciones y fue deportado a Guatemala en diciembre después de que una corte rechazara su pedido de asilo político. Tiene dos hijos estadounidenses, uno de 3 años y otro de 8 meses. De acuerdo con autoridades de inmigración no tiene un prontuario criminal, pero ya contaba con el antecedente de haber sido repatriado del país en el 2005 tras ser detenido por la Patrulla Fronteriza.
El guatemalteco dijo que pidió asilo porque fue amenazado de muerte por pandilleros en Guatemala por haber estado involucrado en evangelizar a jóvenes para que se alejaran de ese tipo de vida.
“Cuando estuve deportado me la pasé con miedo, encerrado entre cuatros paredes”, dijo Rosales.
La Policía de Inmigración y Aduanas dijo en una declaración para The Associated Press que había optado por utilizar su discreción para deportar a Rosales después de que una corte de apelaciones rechazó su caso de asilo.
Naira Zapata, la novia de Rosales estaba embarazada cuando fue detenido por lo que Rosales no pudo conocer a su hija que ahora tiene 8 meses.
Zapata viajó a Washington esta semana para presionar a la administración de Obama pidiendo que se ponga un alto a todas las deportaciones.
La acción ocurre poco después de un anuncio de Obama quien pidió al Departamento de Seguridad Nacional que revise la aplicación de las leyes migratorias para ver si pueden implementarse “de una manera más humana”.
Ray Ybarra, el abogado de Rosales, dijo que pedirán que se reabra su caso y que si Obama piensa modificar las políticas migratorias del país para que sean más humanas debería dejar volver a personas como el guatemalteco.
El martes, Jaime Valdez, un mexicano de Michoacán que fue deportado se presentó al puerto fronterizo pidiendo que lo dejen entrar por razones humanitarias.
Valdez fue detenido por autoridades migratorias quienes según su abogado Ybarra deben decidir si lo dejarán ingresar al país bajo palabra.
“A los que están detenidos, quiero que sepan que todo es posible”, dijo Valdez en entrevista con The Associated Press antes de ir a la garita.
Valdez llevaba 15 años en Estados Unidos cuando fue deportado en febrero, mientras su padre José Valdez participaba de una huelga de hambre pidiendo que lo dejaran en libertad. El mexicano sirvió una condena en una cárcel estatal por manejar ebrio y fue entregado con las autoridades de migración.
El hermano de Valdez fue asesinado en Michoacán y por ese motivo el mexicano temía regresar.
Aunque su apelación por asilo político está pendiente en la Corte del Noveno Circuito las autoridades decidieron deportarlo.
Valdez dijo que su deportación fue una forma de represalia por parte de las autoridades de migración por haber sido parte de la huelga.