Mientras el mundo se prepara para el Día Internacional del Objetor de Conciencia el 15 de mayo, más de 800 testigos de Jehová en Corea del Sur han optado por realizar un servicio civil alternativo (SCA) en lugar de deberes militares obligatorios. Bajo el formato actual de SCA, estos jóvenes son prisioneros por definición, porque se ven obligados a vivir y trabajar en instalaciones penitenciarias. El SCA de 36 meses de la república es el más largo del mundo, el doble de la duración del servicio militar activo, y por lo tanto se considera punitivo. Expertos dentro y fuera de Corea del Sur reconocen que el programa viola un pacto internacional del que la república es parte y han estado pidiendo al gobierno una reforma.
Por ejemplo, el comisionado de la Comisión Nacional de Derechos Humanos de Corea del Sur, el Sr. Doo-hwan Song, ha declarado públicamente: “Estoy profundamente de acuerdo en la necesidad de mejorar el sistema [SCA] para cumplir con los estándares internacionales de derechos humanos”.
El SCA de Corea del Sur llegó por primera vez a los titulares internacionales cuando se presentó en el 2019. Antes de eso, durante unos 65 años, los tribunales surcoreanos impusieron condenas penales y encarcelaron a más de 19.000 objetores de conciencia, en su mayoría, testigos de Jehová. Como resultado, durante décadas, a menudo la comunidad internacional censuraba a Corea del Sur. Sin embargo, las críticas se han desplazado desde entonces a la naturaleza punitiva del programa SCA, que es el doble de la duración del tiempo de prisión impuesto por la república antes de la disposición de 2019.
Ji Kun-won de 72 años de edad de Normandy Park, Washington, es uno de esos objetores de conciencia. Ji nació en Gunsan, Corea del Sur, y a los 22 años de edad sirvió una sentencia de un año en dos prisiones diferentes, en Yeongdeungpo y Anyang.
Estuvo restringido junto con otros 27 hombres en un cuarto que medía 10 por 8, junto con criminales que habían sido encarcelados por robo, incendio provocado y asesinato. Ji tenía que dormir de lado en el suelo lleno de personas con los pies de otro hombre en su cara, o sentado contra la pared para evitar ser mordido por un parásito. Al principio le permitían salir de su celda una vez al día por la mañana para lavarse con un vaso de agua, y enjuagarse por 10 segundos en una fuente si se lo permitían los guardias. Fue desmoralizado y abusado por los guardias y otros presos. Más tarde Ji recibió el trabajo de cocinar para los 3.000 presos, este trabajo lo salvó de solo algunos de los golpes que sus compañeros testigos sufrieron en la prisión.
La hija menor de Ji, Cayla Park, quien sirvió de intérprete para su padre, creció escuchando historias de la brutalidad que sufrieron su padre y los otros objetores de conciencia. Ella dijo: “Ha pasado por cosas muy horribles. Su amigo murió en prisión, otro salió paralizado de la cintura para abajo debido a cuánto abuso recibieron”. Ji aún sufre de pesadillas y dolor crónico en su pierna izquierda y cadera debido a las heridas causadas por los guardias hace 50 años.
Cuando le preguntan por qué fue a prisión, Ji explica: “No pienso que sea justo, pero no tengo opción. Tengo que hacer servicio militar o ir a prisión. Por eso escojo la prisión.”
Como resultado de sentencias como la de Ji, Corea del Sur fue censurada constantemente a nivel internacional por décadas. Pero ahora la crítica se enfoca en la naturaleza disciplinaria del programa ACS, la cual dura el doble del tiempo en prisión que impuso la república antes de la provisión en el 2019.
Según indica Amnistía Internacional: “A los objetores de conciencia surcoreanos se les prometió un servicio alternativo genuino. En cambio, se enfrentan a poco más que un castigo alternativo”.
El programa no es coherente con la constitución de la república, puesto que en contra de la garantía del Artículo 19 invade la libertad de pensamiento, conciencia y religión de un ciudadano. Los expertos anticipan ansiosamente cómo el presidente recién elegido y su administración abordarán el tema.
Para obtener más información sobre los testigos de Jehová o la objeción de conciencia en general, así como la naturaleza punitiva de SCA en Corea del Sur, envíe un correo electrónico a la Asociación de Testigos de Jehová de Asia y el Pacífico (APAJW): apajw.jp@jw.org.
La APAJW es una Asociación General Incorporada que representa a más de 770,000 miembros de nuestra comunidad de fe en la región de Asia y Oceanía. Nuestro propósito principal es apoyar las actividades de los testigos de Jehová y proteger sus derechos fundamentales.
Descripción de la imagen: “El señor Jang Kyung-jin, que es padre de 3 hijos de edades 4, 8 y 11, estuvo más de 5 años en incertidumbre y ante tribunales antes de que su objeción de conciencia fuera reconocida. Ahora está en el programa ACS y afronta el obstáculo de criar a sus hijos estando ausente. El señor Jang declara: “Aunque deseo servir a mi comunidad con lo mejor de mis habilidades, me doy cuenta que mis hijos me necesitan en sus primeras etapas de desarrollo. Las restricciones de vida en el campo de la prisión hace que eso sea imposible.”