Comienzan a distinguir entre hispanos e indios

SUMAS, Washington,. (AP) — Catarina López es una guatemalteca que vivió en su país la mayor parte de sus 46 años. Cuando vino a Estados Unidos fue catalogada de hispana, y ella se resiste a aceptar esa clasificación.

López es maya.

Ella y cientos de miles de mexicanos y centroamericanos que se radicaron en este país no encajan dentro de los estereotipos que tienen los estadounidenses acerca de los inmigrantes que vienen del sur.

López es oriunda de un pequeño pueblo en las montañas del este de Guatemala. Ahora vive a metros de la frontera con Canadá, en un pueblito del estado de Washington, una región donde la inmigración de indígenas del sur de la frontera es un fenómeno bastante nuevo.

La cantidad de indígenas que están llegando a esta región, especialmente trabajadores del campo, llamó la atención del gobierno federal e hizo que la Subcomisión Nacional de Trabajadores Agrícolas haga cambios en sus categorías para tener una mejor idea del tamaño de la población indígena.

“Son indígenas, pero no son del mismo país”, expresó Lourdes Villanueva, de la Redlands Christian Migrant Association, agrupación de la Florida que defiende los derechos de los inmigrantes. “Son todos distintos. Cada grupo viene de un sitio diferente”.

En el estado de Washington, los indígenas se radicaron en zonas rurales de los condados de Skagit y Whatcom.

Igual que el resto de los inmigrantes, los indígenas comenzaron a irse de sus países por falta de trabajo o para escaparle a la guerra en los últimos 20 años, señaló James Loucky, profesor de antropología de la Western Washington University.

Su llegada cambió la composición de varia comunidades, pero a la gente de la zona le cuesta entender ese cambio.

Los indígenas latinoamericanos que vienen a Estados Unidos tienden a ser considerados hispanos, pero tienen una historia y costumbres distintas a las de los hispanos. Las pautas del Departamento de Trabajo y de la Oficina del Censo estipulan que los indígenas latinoamericanos deben ser agrupados con los nativos de Estados Unidos y Alaska, por lo que resulta más difícil conseguir información exclusiva de ellos.

“Los trabajadores indígenas tienen características únicas que hacen que resulte difícil atender sus necesidades. Los estudios que se hacen no cuentan a toda esa población”, dice un documento del Departamento de Trabajo.

Al no tenerse una idea cabal de la cantidad de indígenas latinoamericanos, ese sector no recibe el porcentaje que le corresponda de los 1.000 millones de dólares que el gobierno asigna a la salud, la educación y otros servicios para los trabajadores agrícolas.

En el 2005 se hizo un primer ajuste y en los estudios de la población comenzó a incluirse el idioma que hablan los indígenas.

Y ahora se está averiguando también el sitio de nacimiento de sus padres, que ayuda a determinar el origen. Dado que la mayoría de los indígenas provienen de sectores específicos de México, los resultados pueden ser cotejados con los de estudios similares hechos en México.

Una de las razones por las que se incluyó esa pregunta es que con frecuencia los indígenas no se identifican como tales por razones históricas y culturales.

En Sumas, López recibió a la AP sentada en la sala de estar de su casa y su esposo, Isabel Mendoza, hizo de intérprete. Ese día uno de sus hijos cumplía años y ella lucía un colorido vestido tradicional. Había cocinado tamales.

Como tantos otros indígenas, la familia emigró en busca de trabajo. En 1986 Mendoza se benefició de una amnistía y pudo traer a sus hijos, sus hijas y su esposa. Hoy son propietarios de su casa y trabajan en granjas lecheras.

No fue fácil, porque la gente en Estados Unidos sabe muy poco de los indígenas.

“Nos dicen que somos mexicanos”, expresó Mendoza.