Jonathan Hernández
Agencia Reforma
Shakira es la esencia latina, el ánimo de la fiesta contrastado con el sentido de nostalgia, ambos aspectos que comparten mexicanos y colombianos.
Pero la intérprete también es el show, su imagen, a través de vestuarios simples en negro, permiten ver la energía que emana de sus caderas, del pecho. Su cabello una selva, ella una amazona.
La barranquillera llenó ayer el estadio Tres de Marzo aforado para 28 mil personas, de acuerdo con los organizadores, como parte de su Dorado World Tour que presentó previamente con dos fechas en la Ciudad de México y con el que continuará mañana por Monterrey.
“Arriba Guadalajara. Siempre pienso en ti México”, intercaló con sus piezas de arranque, “Estoy Aquí” y “Dónde Estás Corazón” antes de pisar el escenario en punto de las 20:03 horas.
“Guadalajara. Qué emoción estar aquí, tenerlos de nuevo y tan cerca. Esto es de verdad lo que he estado soñando por mucho tiempo: volver a este País que desde niña ha sido mi casa. La paso tan bien aquí. Los quiero muchísimo Guadalajara” abundó la artista.
Los fans se entregaron pieza a pieza con llanto pero también celebración; del ritmo de “Loba” a la añoranza de “Sí te Vas” y “Antología”, pues Shakira sabe utilizar la teatralidad para conectar con el público.
Sonrisas y coqueteo en “Chantaje”, “Loca” y “Rabiosa”, y para “Underneath Your Clothes” o “Nada” un movimiento corporal más suave, pero sin perder energía.
“Shak” es una gladiadora que usa el micrófono como arma, su danza como anzuelo para atrapar por casi tres décadas la atención de sus presas, el público que la espera desde la mañana a las afueras de su hotel con la esperanza de verla o viaja de Sinaloa y Ciudad de México para no perderse ningún show.
“Sí hoy estoy aquí es por ustedes, porque han estado ahí para mí en las buenas y las malas, así que gracias por su amistad incondicional y permitirme estar aquí y cantar para ustedes”, dijo en las pocas veces que se dirigió directo al público durante sus cerca de 105 minutos de presentación.
Acompañada de un sintetizador, guitarra y fuegos artificiales que sirvieron para imitar una lluvia de estrellas, la colombiana de 41 años interpretó también “Perro Fiel”, “El Perdón”, “Toneladas” y cerró con “La Bicicleta”, siempre llena de energía, de extremo a extremo del escenario, contoneos imparables, surfeando entre el público y aún con voz impecable.