Lamenta ‘Cepillín’ vender su casa

Paula Ruiz

Agencia Reforma

MONTERREY, Nuevo León 6-Feb .- En todos los rincones de su casa está presente: en el pasillo, el comedor, la escalera, el ático… a donde se voltee hay una foto, un disco, un cuadro o un vestuario de Cepillín.

A 40 años de carrera, que este 2010 celebra, a Ricardo González ya no le queda espacio dónde guardar los reconocimientos que ha obtenido a base de trabajo y esfuerzo. Así que lo mismo están en una vitrina, en la pared o hasta amontonados en el cuarto de triques.

¿Quién en Monterrey no sabe dónde vive Cepillín?

Claro, todos algunas vez han visto la residencia tipo inglés, que además destaca por tener una torre, ubicada en el Cerro del Topo 850 entre Hidalgo y Belisario Domínguez en la Colonia Obispado, que tras 25 años de ser el hogar del artista, ahora está en venta en 3 millones de dólares.

Pocas veces se da uso a la puerta principal de la casa, generalmente la familia, incluso las visitas acceden al inmueble por un costado, donde está la cochera.

“Pásale, ya sabes el camino”, invita amable Aidée, esposa de “El Payasito de la Tele”. De inmediato, se percibe el olor a madera, material que destaca en la construcción desde la escalera, el piso y gran parte de los muebles.

El anfitrión, quien hoy festeja 64 años de vida, en tanto, espera cómodamente sentado frente al televisor de pantalla plana en la biblioteca, su espacio favorito.

Antes de comenzar la entrevista, termina de maquillarse para convertirse en el emblemático “Cepillín”, quien con una memoria que apantalla, recuerda cada detalle desde que llegó a vivir a la casa que está impregnada de recuerdos.

“Cuando termino mi programa en la Ciudad de México (en 1980), le dije a mi esposa: ‘¿A dónde nos vamos?, ¿a Monterrey o Matamoros?’, como ella era de Matamoros, fue cuando decidimos irnos a Brownsville para que ella estuviera cerca de su papá y sus hermanos”, platica el artista.

“Pasaron cinco años y le dijo a mi esposa: ‘¿Sabes qué?, ahora nos vamos a Monterrey’, y como en Matamoros se vendía EL NORTE agarramos la sección de avisos de ocasión y nos pusimos a buscar una casa”.

Encuentra su hogar

Sus opciones eran la Colonia del Valle y el Obispado, especialmente éste último sector porque siempre le han gustado las casas antiguas.

“Me comuniqué con el corredor y al día siguiente de ver el periódico, nos citamos aquí (en la casa). El dueño vivía en San Antonio (Texas), había sido el director de Cigarrera la Moderna”, recuerda.

“Cuando me ve el señor Stowell (el anterior dueño), me mira de arriba a abajo como diciendo ‘este cuate, qué va a poder comprarla’, ya ven que tengo una cara y un cuerpo de pueblo. Era un señor de pipa, nomás le faltaba el guante. Lucía una barba estilo Sherlock Holmes”.

Después de dar un recorrido por la casa de tres pisos, los jardines y la alberca, Cepillín decidió comprarla.

En el ático, el último piso, hay dos habitaciones que hoy son utilizados como cuartos de triques; el segundo piso tiene cuatro recámaras con baños completos, además una estancia.

La primera planta tiene un comedor, que sólo usan en las cenas especiales como la Navidad; una sala que hoy la familia González acondicionó como estudio de video; el recibidor; la biblioteca, que funciona también como cuarto de televisión; un antecomedor; la cocina y el área de lavandería.

“En el sótano tenemos la lavandería bien pa’ique. Tenemos un cuarto oscuro porque al señor Stowell le gustaba la fotografía y yo ahora lo uso de bodega. La cochera es para dos automóviles, pero en la parte del frente creo que caben como 10 carros”, explica.

Como si fuera ayer, el payaso tiene bien presente el desaire que sufrió de parte del anterior dueño, quien al parecer era tan cuidadoso de sus cosas que no permitió que los tres hijos del artista entraran a la casa.

“Cuando llegó con mi esposa y mis hijos, que entonces eran pequeños, el señor no dejó que entraran, dijo: ‘Que los niños se queden afuera’, yo pensé ‘ah, ¡qué gacho!’. Después fuimos al notario y regresamos a la casa, pero lo hice para vengarme, les dije ‘pasen hijos’, y él volvió a decir ‘los niños se quedan afuera’, pero le dije, ‘la casa es mía ahora'”, expresa.

Visitas ‘estrella’

Siempre hogareño y amiguero, González ha sido anfitrión de estrellas como Silvia Pinal, Angélica María, Jorge Ortiz de Pinedo, Ricky Martin, Eduardo Yáñez y la banda Timbiriche, cuando todavía estaba Paulina Rubio.

“A mi casa han venido muchos amigos, siempre me ha gustado convivir con todos ellos. Aquí estuvo Ricky Martin brincando en la cama elástica que tenemos en el jardín, mi hija tiene la grabación”, afirma Cepillín.

“A Silvia Pinal le hice una cena cuando vino con Mame; Gloria Trevi grabó su video ‘Psicofonía’ aquí; hice los programas Los Súper Sábados para el Canal 3, ahora Televisa Monterrey”, agrega.

De las figuras que residen en la Ciudad, como Alicia Villarreal, Pedro Fernández o Tatiana, Cepillín dice que es difícil que el público sepa dónde están sus casas, pero la de él es de todos conocida.

“Imagínate que vas a Hollywood, allá hasta te venden revistas del tour de las casas de los artistas. La gente sabe dónde vive Cepillín y eso me llena de mucha satisfacción, se me hace que la gente tiene derecho a saber dónde viven los cuates que quieren, yo nunca he querido ocultar dónde vivo ni dónde ando, en qué me paseo o a dónde voy”, asegura.

Tomar la decisión de desprenderse del hogar que por 25 años ha sido de su familia no fue fácil para el artista, pero no le queda opción porque además de que ahora le queda grande porque sus tres hijos ya se han casado, no cuenta con los recursos económicos para darle mantenimiento.

“No pensé que algún día me iba a deshacer de mi casa. Uno piensa que siempre vas a poder tenerla y transformarla en un museo como ha pasado con muchos artistas, por ejemplo la casa de Emilio “El Indio” Fernández era muy grande para él, pero la rentaba, en casi todas las películas de El Santo salió la casa de él”, señala.

“En el caso mío, como Cepillín, pensaba hacerla museo si hubiera podido económicamente mantenerla, pero ahora sí que no se puede. Si me cayera chamba, la suficiente para no deshacerme de ella, te lo juro que no la vendía”.