Marco Castillo
Agencia Reforma
MÉXICO, DF – Alguna vez Irma Lozano dijo que fueron tres actrices las que influyeron en su carrera: Magda Guzmán, Amparo Rivelles y Carmen Montejo.
Y fue esta última precisamente quien le compartiría el “secreto” para hacer de ella una verdadera damita sufrida de los melodramas.
Irma, siendo una incipiente actriz, pedía un consejo a esta grande del teatro y la televisión, pues no sabía cómo hacer más real su llanto.
“La vida, hija… la vida te a va a enseñar a llorar”, sentenció a principios de los 60 la Montejo, a una aspirante a protagonista de melodramas que desde años atrás había iniciado con una carrera en el teatro.
“Y así fue, con el tiempo y las experiencias, aprendí a llorar”, expresó en una ocasión la primera actriz durante una visita a su natal Monterrey y que ayer perdió la batalla contra el cáncer a los 70 años.
Su encuentro con la Montejo ocurrió luego de que Valentín Pimstein le diera una pequeña oportunidad en la televisión.
Irma ya había conseguido varios papeles, sin imaginar que tendría a su cargo personajes relevantes en muchos clásicos de la televisión de los 60 y 70.
Incluso uno de sus primeros trabajos fue en Madres Egoístas, que resultó ser el boom del 63 en cuanto a rating; después hizo Historia de un Cobarde, Las Abuelas y El Medio Pelo.
Sin embargo, sus mejores historias pronto se hicieron presentes a través de Anita de Montemar, María Isabel, Rubí, La Gata, Yesenia, El Amor Tiene Cara de Mujer y Mundo de Juguete.
En algunas ellas era la heroína o bien la contraparte de la protagonista, pero en todas sus personajes tuvieron mucho peso.
Los mismo ocurrió en cine tanto en comedias como en melodramas.
Fue la rubia inocente y juvenil en la otra versión de Yesenia, Rosas Blancas para mi Hermana Negra, Al Rojo Vivo y Confesiones de una Adolescente.
Aunque también demostró su bis cómica en El Agente 00 Sexy, Adiós Cuñado, El Día de la Boda, Don Juan 67 y Modisto de Señoras, estas dos últimas de Mauricio Garcés, donde Irma fue la pareja del mórbido galán.
Siguió teniendo papeles de peso a mediados y finales de los 70 en las telenovelas Honrarás a los Tuyos, Lágrimas Negras.
Ya en los 80 terminaría su carrera como protagonista con Amor Ajeno, antes de hacer Vivir un Poco, otro de los grandes éxitos de esa década y en donde Irma imprimió su sello como mujer obsesiva-sufrida.
Otra aparición que dejó huella fue en Rosa Salvaje con Verónica Castro.
Su paso por el doblaje en algunas series estadounidenses también fue de suma importancia, pues muchos recuerdan su voz que prestó a Bárbara Eden de la serie Mi Bella Genio.
Lozano continuó hasta hace dos años activa en la televisión, ya fuera en telenovelas, programas unitarios o haciendo alguna gira de teatro.
En esto último trabajó intensamente en musicales, comedias y melodramas.
Brilló en Adorables Enemigas, Mujeres frente al Espejo, Monólogos de la Vagina, La Suerte de la Consorte, Descalzos en el Parque y hace un par de años realizó una temporada en Monterrey con Luminaria.
Irma Lozano nunca olvidó el consejo de Carmen Montejo, con el que se mantuvo siempre en pie de guerra.
Por eso, seguramente ahora derramará esas lágrimas desde otra parte, con un escenario distinto a sus pies y junto a la autora intelectual del método que la ayudó a colocarla en el candelero.