"Colombiana" sabe lo absurda y sensual que es

Por CHRISTY LEMIRE/AP

El director de “La Femme Nikita” y “The Fifth Element” fue coautor del guión y productor de la cinta, pero su sello distintivo es indudable. “Colombiana” parece una continuación de los personajes algo estereotípicos que desafían a la gravedad con los que se ha abierto paso como director. Es un poco más tosca y fornida, pero a propósito, y eso es lo que la hace más fuerte como diversión escapista.

Zoe Saldaña protagoniza la cinta como Cataleya, quien presenció la muerte de sus padres cuando era una niña de 9 años en los barrios pobres de Bogotá. Amandla Stenberg interpreta a la pequeña Cataleya y su actuación en su estreno en el cine es intensa; escapa de la escena del crimen realizando acrobacias sobre las azoteas y a través de ventanas antes de llegar a la embajada estadounidense para vomitar un microchip que su padre le pidió resguardar.

La película dirigida por el francés Olivier Megaton (“Transporter 3”) no es sutil, pero ¿alguien estaba buscando eso?

Quince años después, con la ayuda de su tío Emilio (Cliff Curtis), Cataleya se ha convertido en una asesina profesional, pero todavía debe vengar la muerte de sus padres ordenada por un narcotraficante, interpretado por Beto Benites, y su mano derecha, encarnado por el español Jordi Molla. La marca que deja Cataleya en los cuerpos de las víctimas, un dibujo de la orquidia por la que se le puso ese nombre, es un mensaje para sus enemigos de la infancia pero tambíen desata curiosidad en un agente del FBI (Lennie James), que cree que está persiguiendo a un asesino serial.

En toda la película hay otros tipos malos al asecho y mujeres guapas que desfilan en biquinis y lencería. Saldaña, neoyorquina de ascendencia dominicana, lucha contra sus enemigos en pantalones muy cortos y camisetas diminutas y durante una emocionante secuencia en una prisión camina con un traje de cuerpo completo muy entallado, que seguramente es similar a los que usó para grabar sus movimientos para “Avatar”. A su personaje también le gusta lamer paletas mientras limpia sus armas, otra señal de lo poco sutil de la cinta.

La acción, mientras tanto, es completamente descabellada, pero eso es lo que uno paga por ver.

Cataleya parece ser omniciente y omnipresente, capaz de armar o desarmar cualquier arma, puede arrastrarse o trepar para superar cualquier obstáculo en su camino sin arruinar su maquillaje. De hecho hay sólo momento en el que parece estar realmente en peligro: una escena de lucha cuerpo a cuerpo con toallas y cepillos de dientes invoclurados, que recuerda a la tercera película de “Bourne”.

La mayor parte es exagerada y absurda, pero al menos fue montada y creada de una manera que se puede disfrutar. Saldaña logra ganarse la simpatía del prúblico y el guión, que escribió Besson con su colaborador Robert Mark Kamen, le permite transmitir una gran cantidad de emoción y conflicto. Por ejemplo, la relación de Cataleya con un artista musculoso, llamado Danny (Michael Vartan) le obliga a confrontar la soledad que ha reprimido por tanto tiempo.