Los especialistas ya pronosticaban que se pondría fea la cosa. Incluso, hasta el Brujo Majujo ya se las olía que ni con una limpia nos libraríamos de la terrible tempestad. No cabe duda que la crisis financiera nos está poniendo el cuero de gallina. ¿Qué, pensaban que hablaba del duelo cáscarero entre México y Estados Unidos? Pues ¡no!, porque del puro coraje me amargo el día del amor y la amistad.
Pero bueno, qué le vamos a hacer. El clásico de la Concacaf fue, como se esperaba, una batalla a muerte. Los dos compadres más jacarandosos de la zona centro, norte y del caribe se dieron hasta con la cubeta en el primer partido del hexagonal rumbo a Sudáfrica 2010. Los hombres de Eriksson se plantaron estoicos sobre el campo de Columbus para enfrentar al peor de nuestros “cocos”: los hijos del Tío Sam.
Los aztecas jugaron con lo mejor que pueden presentar (a excepción de Andrés Guardado, quien sigue lesionado) y para nada desentonaron en esta pachanga cascarera, de hecho el primer tiempo fue dominado por nuestros morenitos, sin embargo y como ya es costumbre, del plato a la boca que se nos cae el taco, y es que a escasos segundos de irse al descanso con un empate que sabía a victoria… que nos dan pa nuestras tunas.
Para la segundad mitad pasó de todo: México dejó ir el empate en las patitas de oro de Giovanni Dos Santos, nuestro capitán catalán, Rafita Márquez, se hizo expulsar a lo puro… ingenuo y, finalmente, nos clavaron una segunda estocada que nos dejó helados. A partir de ese momento a nuestros paisanos les llovió sobre mojado, y es que no sólo enfrentaron al clima hostil de Columbus sino que, para acabarla de amolar, sus propios errores los tendieron con el rostro al cielo.
El resultado es doloroso, ya que a México no le importó estar en inferioridad numérica y demostró que merecía algo más que la derrota. Pero la cáscara es así: los resultados no se merecen, se ganan, y en esta ocasión pudo más el Capitán América que el mismísimo Chapulín Colorado. Esperemos que para el partido de vuelta el Tri saque el orgullo y atienda a nuestros vecinos con unas enchiladas verdes a la ¡Viva México, ca…!