Por Efrain Palomino Molares
Corresponsal de La Raza del Noroeste
El fin de semana pasado nos sirvió para tres cosas: para ver el despliegue táctico de la selección de los Estados Unidos que tuvo en jaque nada menos que al pentacampeón del mundo Brasil en la final de la Copa Confederaciones; también pudimos ver la triste realidad en la que vive nuestro amado Tri, y es que ni un solo gol pudo meter ante una selección limitada como lo es la guatemalteca; finalmente, fuimos testigos de la muerte del Rey del Pop, Michael Jackson, lo que tiene consternado al globo entero. Sin embargo, lo que nos debe tener preocupados (en otras circunstancias diría ocupados, pero para como está el comal pues hay que medirle el agua a los camotes) es el nivel que traen nuestros vecinos del norte en la cáscara. La selección de las barras y las estrellas demostró al mundo que no sólo saben anotar touchdown, conectar home run o meterla de tres. Estados Unidos disputó una gran Copa Confederaciones. Primero calificó a las semifinales gracias a la manita de tres goles que le metió Brasil a Italia. Ya en las etapas decisivas se escabechó, para sorpresa de la raza cascarera, a la toda poderosa España en semifinales y, en la disputa por el título de la Confederaciones, tuvo tendido a los amazónicos con dos goles de diferencia hasta que la magia brasileña salió para poner las cosas en su lugar. ¿Qué es lo que nos debe preocupar de esto? Pues que ya es una realidad la supremacía de los gabachos en la zona de la Concacaf. Lejos han quedado esos tiempos en que sólo los chicharrones de los mexicanos tronaban. No es que estemos en crisis en el fútbol mexicano, lo que pasa es que hay equipos en la zona como Estados Unidos, Costa Rica y la misma Honduras que han crecido mucho más que nosotros futbolísticamente hablando. A pesar de que el siguiente partido eliminatorio de los verdes es frente a los gringos en el mes de agosto, debemos, además de persinarnos, ser humildes y aceptar que de hoy en adelante la selección mexicana debe ver hacia arriba y buscar, con casta y raza, regresar al nivel que un día nos puso a soñar con un quinto partido mundialista. El balón rueda para todos, y es cuestión de actitud para que nuevamente esté de nuestro lado.