Jorge Rivera – Hablemos Fútbol
Este domingo a las 5 de la tarde, hora Seattle, con una temperatura que puede estar debajo de 5 grados centígrados, y con un nivel de asistencia impredecible, Los Rapids de Colorado y el FC Dallas darán la batalla final por la Copa MLS, y por un cupo en Liga de Campeones CONCACAF.
Inmenso, enorme premio para cualquiera de estas dos franquicias que distan mucho de parecerse a los “consentidos” Sounders de Seattle, sin estrellas de TV ni productores de Hollywood en su grupo de dueños, con asistencias a sus alejados estadios que dan risa, comparadas con las de Seattle y su estadio ubicado en el “Punto G” de la ciudad esmeralda; en líneas generales, dos equipos que luchan cada año para juntar el dinero mínimo, para competir el año que sigue.
Ambos han llegado con seguridad más lejos de lo que soñaron al comenzar el año, y Colorado debe sentirse feliz, y esperanzado, de ser la sorpresa que fué el Real el año pasado, y el Red Bull el anterior, cuando entraron a la liguilla por la puerta trasera, y salieron campeones, por la puerta grande.
Seguramente los Rapids sueñan con extender a tres los “años cenicienta” de la MLS.
Pero, en honor a la verdad, es el FC Dallas, el equipo que más ha hecho méritos para alzar la Copa, su impecable presentación del domingo en Los Angeles fué apenas la cereza en un pastel de fútbol agresivo y bien jugado, que viene cocinando hace poco más de dos años, y que tomó impulso de cohete a mediados de este 2010.
Una a una han venido cayendo las piezas correctas en el elenco del profesor Hyndman que es, sin duda, una de la razones mayores, y la razón por la que “el establecimiento” de la MLS le vá a hacer fuerza al Dallas, no a Colorado.
El señor Hyndman, al igual que Bruce Arena y al igual que Sigi Schmid llegó a la MLS después de ser un legendario entrenador a nivel universitario, y eso aquí les fascina, porque “fortalece la identidad del fútbol en América”; quizas es cierto.
El otro técnico es un señor inglés que se quedó con el puesto después de ser interino, y sin experiencia real o permanente en una liga de primera división, de manera que las simpatías de la leyenda local contra el atrevido joven importado, no se comparan.
FC Dallas tiene además una defensa que casi se puede llamar de tres hombres, el veterano “Gato” Hartman, con muchos kilómetros y voladas espectaculares en su motor, aunque nunca aprendió a cortar centros peligrosos, y dos jugadores grandes y fuertes, uno de ellos, George John, salido de Shoreline, al norte de Seattle, y graduado aquí en UW, antes de pasar a la MLS.
Decimos tres defensas, porque los dos laterales del Dallas se la pasan creando opciones de gol, casi más que marcando; Marvin Chávez, “El hijo del viento”, de La Ceiba, Honduras, y Jahir “El Chiguiro” Benites, de Jamundí, Colombia, le dan velocidad y sabor a la salida del equipo texano.
Pero muchos equipos tienen salida rápida y no logran el mismo éxito del Dallas; ¿por qué será?, bueno, una teoría es que no tienen el talento que en el medio central tiene los de rayas, un contención decente, Hernández, que no es gran novedad, pero un enlace nacido en los EU, pero ascendencia irlandesa, Dax McArthy, que es de las “promesas del fútbol blanco” en este país; el pelirrojo se hace sentir con clase en ambos lados del balón.
Con eso ya es Dallas un peligro, y en sus fórmulas de gol se mezclan el veloz Jeff Cunningham, el juvenil Break Shea, típico producto del fútbol de Texas, alto y luchador, y el lesionado colombiano Milton Rodriguez.
Pero falta la pieza mágica, el engrane, el enganche, el piñón que mueve el “Jogo Bonito” cuando Dallas lleva el balón:
Es David Ferreira, de Santa Marta, Colombia, quien, podríamos apostar un “roscón con gaseosa”, como dicen por allá, a que será consagrado como el más valioso de la Liga, el próximo Viernes.
“Tuvimos tres oportunidades de anotar al principio”, le decía Landon Donovan a la televisión el domingo pasado, explicando su derrota; “pero luego nos dormimos en una jugada, y le dejamos el balón al mejor jugador de la liga este año, y hasta ahí llegamos”, concluyó.
Y así fué, Ferreira batió a Ricketts con un “balazo” a los pies, donde le duele al jamaiquino de 1.90 de estatura.
Ferreira es el fútbol que vale la pena pagar una boleta, o sentarse frente a la tele a ver un equipo que no es de uno, solo por ver buen fútbol.
El pequeño genio tiene el balón, el perímetro del campo, sus compañeros y sus rivales, todos en su cabeza al mismo tiempo, y tiene ese fútbol de calidad que solo se adquiere con años de jugarlo, y un talento especial.
Sus toques sorpresivos e inteligentes, sus giros en velocidad, pases al vacío y remates, recuerdan, francamente, a Fredy Montero, aunque la verdad sea dicha, Ferreira tiene más experiencia y quizás por eso, más precisión y efectividad que el joven goleador nuestro.
Son muchas piezas juntas, que al final, crean posiblemente la mejor experiencia de ver fútbol, el mejor espectáculo de todos, que ha creado en años recientes dentro de la MLS.
Ver al FC Dallas del 2010 jugar vale la pena; si no la ha hecho gástese los 90 minutos al caer la noche del domingo.
En muy posible que no se arrepienta, y ojala los vea levantar la Copa, porque sería justo.
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