Ahora resulta que, después de todo, a México se le quiere, respeta y se le da su lugar en la Conmebol (y es enserio mis paisanos, para que ni se rían), y es que el presidente de ese organismo, el paraguayo Nicolás Leoz, ha manifestado a los cuatro vientos su deseo de que nuestro país sea sede la Copa América en el 2015.
Parece que lejos han quedado esos días en que los sudamericanos le hicieron el “fuchi” a San Luis y Chivas en la Copa Libertadores por la crisis sanitaria que por aquellas fechas aquejaba a nuestro rancho y que, arrieros somos y en el camino andamos, ahora asota de fea forma al cono sur del continente.
Este tipo de acciones, más que conmovernos, nos debe hacer reflexionar (sobre todo a los dirigentes de nuestra cáscara) y valorar lo que representa el fútbol mexicano para la Conmebol. Ya en anteriores comentarios hablé sobre la trascendencia económica que tiene la participación de México en los torneos sudamericanos, y para muestra vasta recordar como el patrocinador oficial de la Copa Libertadores “obligó” a la Conmebol a buscarnos la cara y arreglar la situación de San Luís y Chivas.
Ahora bien, el que nos postulen para ser sede del torneo más importante de selecciones de América es un detalle que, lejos de ser una palmadita más en la espalda para subsanar lo de tuneros y tapatíos, nos deja ver el grado de dependencia que ya tienen de nuestros prietitos pamboleros en ese lado del continente, y es que, fuera de Argentina, Brasil y Paraguay, no hay un nivel futbolístico que se compare con el azteca (y conste que estamos en una crisis que ni para tortillas alcanza).
Nos chutamos la próxima semana, ¡Raza!