En estos tiempos tan complicados para toda nuestra raza azteca, lo único que nos queda es, como diría mi abuelo, “aguantar vara” mis queridos paisanos. El virus de la Influenza nos trajo, además de dolorosas perdidas humanas, un deterioro de imagen que sólo los políticos sufren, entienden y disfrutan, me cae. En cuanto se dio a conocer la problemática sanitaria que aqueja a nuestro país, pues no hay camarada que no nos haga el “fuchi” en el mundo. Tan grave es la cosa que, incluso, en el deporte de nuestros amores la epidemia nos pasó a torcer. Hay tienen a los de la Conmebol que por más que les ofrecemos opciones para que Chivas y San Luís puedan disputar la siguiente ronda de la Copa Libertadores sin poner en riesgo la salud de sus contrincantes (Sao Paulo de Brasil y Nacional de Uruguay) pues los directivos sudamericanos nomás no ponen de su parte. Es entendible que nuestros hermanos latinoamericanos tengan temor por un posible contagio, sin embargo, las garantías que se ofrecen cumplen con los cuidados internacionales más estrictos. No obstante, la negativa para que los equipos mexicanos continúen compitiendo en el torneo de clubes continental es vergonzosa, ya que el órgano rector del balompié en Sudamérica decidió que los partidos como local de nuestros paisanos se jueguen fuera de México. La indignación no se ha hecho esperar en nuestro ceno futbolístico, tan es así que cuando el rebaño visitó al Everton de Chile Héctor Reynoso estornudó apropósito a uno de los jugadores andinos. Esta es, sin embargo y a pesar de los malos tratos que sufrió el chiverío, una acción totalmente reprochable que le costó ser suspendido de la Copa Libertadores de América. A final de cuentas el brote de Influenza está siendo controlado en nuestro país y las actividades irán volviendo a su normalidad paulatinamente. No obstante, este problema epidemiológico nos dejó claro que en la Conmebol nos siguen dando un trato “distinto”, sin importarles que los mejores patrocinadores de la Libertadores sean mexicanos y que nuestros equipos son quienes más billetes verdes aportan a su causa. Como mexicanos no hay que ser rencorosos y más bien hay que dejar que el tiempo ponga a cada quien en su lugar, porque, como diría el dicho, “arrieros somos, y en el camino andamos”.