Análisis

Jorge Rivera

La Raza del Noroeste

Cuando se habla de por qué el futbol aún no logra interesar a la mayoría de la población en este país, como lo ha hecho en casi todos los países del mundo, se mencionan varias razones.

Una de ellas es lo aburrido que resultan juegos que terminan en empate, algo casi imposible en Beisbol, Basquetbol o Futbol Americano.

Y ese defecto, los empates, tiene su máxima horripilante expresión, en lo que pasó en Qwest Field la semana anterior, entre Chicago y Sounders.

Un empate a cero.

Los estadounidenses que tuvieron que comentar del tema en los medios locales, casi se querían esconder de la vergüenza: ¿cómo se le explica a alguien nuevo en el fútbol, que quiere entenderlo y disfrutarlo, que después de noventa minutos, en la práctica no pasó NADA?

Muy difícil; el futbol normalmente es el perdedor en un juego que termina a cero; ¿Que hay emociones?, sí, las hay, normalmente no muchas, pero algo.

El juego del sábado en Qwest tuvo balones en el palo, otro par de jugadas de riesgo, y la usual diversión actoral que traen Cuauhtémoc Blanco y Fredy Montero cuando se les comete falta.

Tuvo otro episodio divertido, la rabieta del sueco Ljungberg, que le costo al jugador tarjeta roja, y al equipo contar con él en la visita de este domingo a San José.

Pero si usted pagó, digamos, $40 dólares por el tiquete, $8 por una cerveza y lo correspondiente por sus acompañantes, amigos, hijos, ¿Valió la pena?

Probablemente no.

Los empates a cero le duelen al futbol más de lo que benefician; y la “International Board”, órgano que rige las reglas del futbol no ha podido encontrar una fórmula para evitarlos o reducirlos.

Cuando menos, un partido empatado a cero, no debía otorgar puntos a ninguno de los dos equipos, he ahí una idea.

Pero si hay algo que progresa lento en el fútbol, es la modernización de sus leyes.

Qué lastima.

JRP