Elena Torres
Agencia Reforma
El primer paso para comprender el procedimiento al que te vas a enfrentar ahora es conocer a fondo el por qué suceden este tipo de situaciones.
Las piezas que forman el motor se someten a desgastes y deformaciones, sobre todo en aquellos vehículos que no son sometidos a cambio de aceite oportunamente, afinaciones o utilizan este aditivo de mala calidad.
Cuando esto sucede, rozan las piezas, además de exponerse a altas temperaturas y para reparar estos daños se recurre a la técnica del rectificado.
Este procedimiento consiste en mecanizar las piezas hasta hacer iguales las superficies de contacto y al final dan un terminado que baje el rozamiento y auxilie en el lubricado de los órganos en movimiento.
Específicamente, las piezas sujetas a este tipo de procesos son cabeza o culata del motor, bloques del motor, cigüeñales, árboles de levas o asientos de válvulas.
El rectificado se realiza con fresadoras y tornos, pero utilizando muelas abrasivas para lograr un terminado superficial fino y una medida precisa, de acuerdo a las necesidades de tu vehículo.
Sin embargo, es importante que te concientices de que este tipo de trabajos es recomendable, única y exclusivamente cuando el cambio por una pieza nueva es de costo alto.
Por ejemplo, la cabeza del motor es una pieza muy costosa y está expuesta a altas temperaturas y presiones que crean dilataciones importantes y por eso, son susceptibles a deformaciones continuas y grietas que a la postre causan fallas en el motor.
En este caso en específico, la cabeza es sometida a una revisión de su superficie y son medidas.
Si después de este procedimiento se encuentran deformaciones, entonces sí son candidatas a rectificado.
En ese sentido, el especialista debe tener mucho cuidado, pues si elimina mucho del material del que están fabricadas, bajará el volumen de las cámaras de combustión y subirá la relación de comprensión: un daño irreversible.