Poderoso corcel

Roberto Ramírez

Agencia Reforma

La cilindrada del V8 supercargado aumentó de 5.4 a 5.8 litros y la potencia de ¡550 a 650 caballos de pura adrenalina.

El par motor ahora es de 631 libras-pie, que se transmiten al eje trasero, o al menos eso se intenta, mediante una caja manual Tremec de 6 velocidades. Tales cifras de potencia y par motor significan que este GT500 patina en prácticamente todas sus relaciones cuando se pisa con firmeza el acelerador. No es fácil poner toda esa potencia en el piso.

Para complementar el desempeño del motor, tiene un nuevo supercargador, también de mayor capacidad, así como un nuevo embrague, cardán de fibra de carbón y suspensión mejorada con amortiguadores Bilstein.

Por fuera conserva los rasgos principales, como las clásicas franjas tipo Le Mans, las pinzas de los frenos Brembo en color rojo y los enormes rines en 19 pulgadas adelante y 20 atrás.

No obstante, al frente hay un cambio notorio, y es que la parrilla ha desaparecido para dejar entrar todo el aire posible, una solución que puede ser efectiva, pero que estéticamente tal vez no sea la mejor. También incorpora luces diurnas de LED adelante y atrás, así como faros de xenón. Su silueta luce tan robusta y expresiva como siempre, parece decirle a los demás “no te metas conmigo”. Y es que en el cuadrilátero de los caballos de potencia no hay de momento un auto más rudo ni musculoso que el Shelby GT500. Si eso de “mente sana en cuerpo sano” es verdad, para manejar este auto se necesitan ambas cosas. Primero hay que estar bien de la cabeza para no cometer una tontería que termine en tragedia, porque conducir este auto es como tener una pistola en la mano, así que es imperativo mantener el equilibrio mental en todo momento, de lo contrario uno puede terminar disparándose en el pie.

¿Y el cuerpo sano? bueno, eso se logra simplemente al manejarlo. El pedal del embrague y la palanca de cambios son de tal firmeza que operarlos implica ejercitar músculos, y a su vez, conforme el velocímetro sube (marca hasta 360 kilómetros por hora) el ritmo cardíaco también lo hace, así que es como sesión de gimnasio y cardio al mismo tiempo.

La potencia y torque, su aceleración y el sonido del supercargador entrando en acción son tales que, en verdad, este auto es tentación materializada.

Y cuando la tentación gana, y uno se divierte un poco en el Shelby GT500, es imposible no sentir remordimiento, dan ganas de cumplir con un arresto voluntario, de hacer trabajos comunitarios, o quienes así atenúen sus culpas, querrán ir al confesionario, antes de caer en la tentación de nuevo.

Por donde se le mire es un auto especial. Es el “muscle car” con el V8 más potente, es el Mustang más poderoso y veloz que Ford ha fabricado, celebra los 20 años de la división SVT y por si fuera poco, es el último Shelby GT500 que fue desarrollado cuando la leyenda que le dio su nombre, Carrol Shelby, aún estaba vivo.