Veinte años llenos de papel picado y flor de cempasúchil

Por Diana Piñon

La Raza NW

Tzintzuntzan – un Pueblo Mágico ubicado en el norte del estado de Michoacán, a 53 km de la capital de Morelia y a 17.5 km de Pátzcuaro, ubicado en la orilla noreste del lago Pátzcuaro, en donde cada año al caer la noche se respira un exquisito olor a flores, incienso, velas y pan de muerto durante las celebraciones por el Día de los Muertos en el panteón del pueblo.

“En Tzintzuntzan lo celebramos poniendo un altar, y vamos a las tumbas a llevarles flores, veladoras, comida a los difuntos y nos quedamos toda la noche en vela. Al otro día viene el padre y hay una misa para todos los difuntos y ahí termina el Día de Muertos,” dice Maria Luisa Rojas, quien es originaria de Tzintzuntzan y recuerda la memorable tradición.

Para Rojas, este día es muy especial por que ella recuerda con mucho cariño a sus antepasados. Hace 20 años, ella empezó a montar su altar para recordar a sus familiares, amigos y conocidos que han fallecido. Ella dice que cuando comenzó a poner su altar era pequeño, pero con el paso del tiempo fue creciendo ya mucha gente cercana “se fue yendo de aquí”.

En la ofrenda que pone año tras año, las preparaciones comienzan unas semanas antes del Día de los Muertos. “Empiezo a traer cosas de poquito a poquito, y voy pensando como lo voy a hacer,” explica. Con la ayuda de su esposo, hija y familia, Rojas comienza a darle forma a su altar. El típico papel picado y la flor de cempasúchil es lo que le inspira a Rojas en la decoración.

Una vez puesto el altar en la sala de la casa de Rojas, no puede faltar el vino y diferentes platillos de comida mexicana, como el mole o el pozole. “Era lo que más les gustaba y es lo que más pongo,” reitero. Sobre el altar de cuatro niveles, Rojas tiene 40 fotos de cada uno de los difuntos que honra.

El día 1ro de noviembre, familiares y amigos se reúnen el casa de Rojas para conmemorar a los difuntos. “Hacemos tamales y atole, pero antes de eso les rezamos un rosario, y les damos la bienvenida”.

Los que la visitan durante estas fechas suelen felicitar a Rojas por su gran labor con el altar y la hacen sentir orgullosa de su trabajo. “Eso me gusta por que sé que a la de más gente también le gusta todo mi trabajo que hago”.

En un futuro a Rojas le gustaría que sus hijos y sus nietos continúen con la tradición para que no se pierda. “A mí me daría mucho gusto que lo siguieran haciendo por que es una tradición muy bonita”.

Al término de la celebración de muertos, Rojas dice dejar la ofrenda durante una semana.