Existe una razón por la que los aficionados al fútbol le ponen a alguien el apodo de ¿Matador¿; no es un halago fácil de ganar.
El argentino Mario Alberto Kempes es quien, por lo menos en mi memoria, llevó primero este apodo, cuando en los años 70 llegó a anotar 86 goles en 3 años para el Rosario Central.
Kempes llevó a su país al título mundial, y ganar el título de goleo en la Copa Mundo del 78.
En México, Luis Hernández llevó el nombre con justicia, anotando más de 100 goles en liga mexicana, y 35 para el Tri, 4 de ellos en el mundial del 98.
El más reciente ¿Matador¿ lo coronó Chile, Marcelo Salas, quien se retiró del futbol este mes, después de darle a ¿La Roja¿ 35 goles, más de 30 a la Lazio de Italia, y mas de 100 sumados entre la U de Chile y River Plate.
Al ¿Matador¿ lo define su olfato de gol, sus movimientos rápidos en el area chica, y su capacidad letal de anotar goles de varios ángulos y maneras.
En Seattle se está madurando un joven que llegó llevando ese apodo, y, sin que le importe, trabaja para quedárselo.
La semana pasada Fredy Montero anotó su séptimo gol en la liga, y no solo se colocó entre los tres mayores goleadores de la MLS, sino que le recordó a la gente todo el entusiasmo de su llegada y sus tres goles en los dos primeros juegos.
Montero tiene 21 años, su carrera apenas comienza, pero su calidad y la destreza de su futbol abren los ojos de este país, a un nivel de fútbol distinto, a un nivel más alto; traido no por glorias del pasado como pasaba antes, sino por un muchacho que representa un ejemplo del futuro del futbol mundial.
Las críticas a su falta de vocación defensiva son calladas con categoría, por la calidad y cantidad de sus goles.
A Montero hay que verlo jugar, hay que seguirlo.
Porque es muy posible que al mirarlo, se esté viendo cómo se escribe la historia de un ¿Matador¿ del futbol.
JRP