Adiós al estrés

¿Qué tendrán esos días y noches previos a un vuelo que irremediablemente están acompañados por una dosis de adrenalina y una cucharadita de insomnio?

Quizá sea la emoción de imaginar que al día siguiente se estará en el destino deseado o la incertidumbre de saber si se ha empacado lo suficiente y adecuado, si sonará el despertador, si se llegará a tiempo al aeropuerto, si todo está en orden con los documentos migratorios y hasta con el carné médico.

Calma, calma… se supone que ha habido una planeación previa, así que no queda más que respirar, descansar y aprender a manejar el estrés para que un viaje de placer o de negocios no se convierta en un maratónico viacrucis.

Previo al vuelo

Para darle una bofetada al estrés trata de resolver los pendientes de la casa u oficina una semana antes de tu partida, pero no pretendas solucionar todo cuando ya tienes un pie en el avión y media cabeza en el destino que visitarás. No te estreses más de lo necesario, aprende a delegar responsabilidades y a confiar en los demás.

También es conveniente que prepares tu equipaje con antelación o por lo menos que detectes cuáles son los objetos que necesitarás y te cerciores de adquirirlos a tiempo.

Fabiola Fuentes, psicoterapeuta especialista en el manejo del estrés señala que durante la planeación de un viaje conviene realizar una lista imaginando las situaciones en las que uno se pueda sentir más tenso y visualizar escenas positivas como la de llegar puntualmente al aeropuerto.

Hay que evitar alteraciones, y eso se logra teniendo la documentación a la mano, pidiendo el taxi a tiempo y revisando las estadísticas que muestran que son más frecuentes los accidentes carreteros que los aéreos”, -señala Fuentes.

Una vez en la terminal aérea olvídate de buscar un centro de negocios o un café internet. Recuerda: ¡ya no estás en la oficina! Si has caído en las garras de la tecnología, por favor sólo contesta los correos que realmente sean urgentes, avisa que has llegado con bien y, de preferencia, evita mandar mensajes de manera compulsiva. Mejor desahoga todas tus sensaciones en una bitácora de viajes.

Con los pies en el aire

Ya a bordo de la aeronave deberás programarte para cambiar la ansiedad por descanso y así lograr un vuelo más placentero. Especialmente si tu reloj biológico se alterará al cruzar varias zonas horarias.

Afortunadamente, cada vez son más las aerolíneas que se preocupan por satisfacer las necesidades de los viajeros y capacitan a los miembros de su tripulación para que más allá de dar indicaciones de seguridad y servir un refrigerio, tranquilicen a los pasajeros que presenten cierta tensión, incomodidad o exceso de cansancio durante el trayecto.

Por ejemplo, British Airways, aconseja establecer una rutina para dormir a bordo. Esto se consigue ajustando la hora de sueño a la zona horaria del destino que se visitará, moderando el consumo de café y té, haciéndole el feo al alcohol y a las bebidas energizantes, hidratándose con jugos, agua natural, utilizando un antifaz, tapones para los oídos y, aplicándose de vez en cuando las cremas o sueros proporcionados en el kit de amenidades.

El sueño contribuye a que tu metabolismo no se altere, pero si te cuesta trabajo dormir en las alturas puedes distraerte con el sistema de entretenimiento: escucha música, selecciona un videojuego, lee revistas, ve películas o incluso documentales del destino que estás por visitar.

Si durante el vuelo te llegas a sentir muy estresado, respira profundamente y realiza alguna actividad mental que atrape toda tu atención.

“Resolver crucigramas, sudokus o hacer cuentas mentales ayuda a relajarse, especialmente durante los momentos críticos, como el despegue, aterrizaje, o durante una turbulencia”, indica Fuentes.

También es muy importante relajar los músculos realizando suaves estiramientos de brazos y piernas, así como caminar por el pasillo del avión. Sin embargo, lo principal es ignorar al estrés y entregarse a los pequeños placeres que brinda el viajar.

Al llegar

a tu destino

En cuanto arribes a tu hotel, además de agua, tómate también unos minutos para relajarte. Pon los pies en alto y realiza algunos estiramientos para revitalizarte.

Toma tus precauciones a la hora de explorar el destino, no peques de aprensivo, pero tampoco de ingenuo. Y ándate con cuidado en las zonas que los propios lugareños señalan como peligrosas.

Evita salir enjoyado y no salgas con todas las tarjetas ni todo el dinero. Aunque a veces es necesario cargar con la visa y el pasaporte, lo mejor es guardar los objetos de valor y documentos en las cajas de seguridad de los hoteles.

Ante cualquier imprevisto conviene que anotes en tu cuaderno de viajes los números a los que tienes que llamar en caso de que pierdas tus tarjetas, visa o pasaporte. Y también incluye los teléfonos o correos de personas a las que un tercero puede contactar en caso de emergencia.

Por último, ten en cuenta que el viajar te brinda la oportunidad de desconectarte de tu rutina, así que no olvides empacar la idea de que cambiarás de clima, alimentación y hasta de forma de ver la vida.

Menú mata-angustias

Antes de viajar, evita ingerir esos alimentos que te suelen causar molestias. Días previos a tu travesía, asegúrate de consumir frutas y verduras ricas en vitamina C, pues se ha comprobado que, además de mantener en buen estado el sistema inmunológico, es necesaria para sintetizar adrenalina, que es la hormona que se secreta en mayores cantidades durante un periodo de estrés, según información de Sandra Díaz Aroche, consultora independiente en nutrición.

Evita tomar bebidas alcohólicas antes de abordar un avión, pues los efectos de la resaca se exacerban con el movimiento. Pero si durante el vuelo prevalece el nerviosismo, entonces puedes pedir a la sobrecargo que te sirva una bebida con una ligera dosis de alcohol o bien un vaso de leche tibia.