Adolfo Córdova
Agencia Reforma
MÉXICO, DF .- Vivir intensamente la Navidad no significa comerse todo el pavo, empinarse media olla de ponche, maldormir de posada en posada, estresarse con los invitados y terminarse el aguinaldo. Disfrute y haga brillar cada momento de ésta época que trae magia y buenos deseos. Le presentamos algunos tips para lograrlo.
Echen confites y canelones
Evite los ayunos previos a las cenas. No haga huelgas de hambre del mediodía a la hora de la cena. La estrategia del “ayuno” es engañosa y contraproducente porque si deja de comer y luego come como león su cuerpo almacenará todo lo que ingiera.
Realice CINCO comidas. Haga un desayuno ligero, una comida, sin postres, que incluya caldos, proteínas magras y verduras, consuma dos colaciones al día y disfrute una cena sin excesos.
Calme a su estómago. Como las cenas generalmente empiezan más tarde de lo que su estómago está acostumbrado, seguro arrasará con las botanas. Para evitarlo, es recomendable ingerir un yogur líquido o una sopa de verduras antes de llegar a las fiestas, así no tendrá tanta hambre.
Consuma porciones pequeñas. En las fiestas sea selectivo en lo que come, evite servirse como si esa fuera su última cena y contrólese con los panes, los buñuelos y las galletas de la abuela.
Mantenga la actividad física. Sea disciplinado con sus rutinas de ejercicio. Si no le da tiempo de ir al gimnasio, camine o haga 30 minutos de cardio en su casa, eso lo mantendrá activo, fuerte y listo para los brindis.
Ingiera vitamina C. No amenice la fiesta con sus estornudos. Recuerde que además de “magia” también hay algunos virus flotando en el ambiente. Fortalezca sus defensas comiendo frutas y verduras de la temporada o ingiriendo algún multivitamínico.
Beben y beben…
¡Hip! Y vuelven a beber… Si cada año se siente Santa volando en su trineo, y siempre pierde el tino, no juegue. Mejor prevenga accidentes y ridículos frente a sus seres queridos.
Tome mucha agua. No transforme el agua en vino, recuerde que el cuerpo requiere estar bien hidratado para que se lleven a cabo los procesos metabólicos y la eliminación de grasas. Por cada copa que tome, ingiera un vaso de agua natural.
Limite el consumo de ponche con ‘piquete’. En lugar de consumirlo a la menor provocación en cuanta posada pise. Altérnelo con otras bebidas como el té de manzana con canela, cuyo sabor es similar y tiene menos calorías.
Aplique el “hoy no circulo”. Que los buenos deseos lleven al volante a una persona responsable que funcione de conductor designado. Lo de menos sería arruinarse la noche con una detención de alcoholímetro, recuerde que en México la principal causa de muerte entre los 15 y 30 años son los accidentes viales.
Noche de paz
Tráfico, compras de última hora, pavos que no se descongelan, colados en la fiesta, visitas de familiares, niños que no se duermen… ¡Relájese! No se rompa la piñata queriendo que todo salga perfecto.
Tómelo con calma. Recuerde que en esta época debe reinar la armonía externa e interna. No se aferre a planes, si las cosas no salen del todo como se planeaba, no importa, siempre habrá soluciones y si no las hay, como dice el proverbio chino, preocuparse no vale la pena.
Defina sus prioridades. Piense qué espera realmente de esta época: ¿descansar, disfrutar y convivir con las personas que quiere? o ¿correr, estresarse y pelearse con todo el mundo?
No celebre a fuerzas. Habrá muchas fiestas, elija las que valgan la pena. No tiene que ir de posada en posada como peregrino sin rumbo. Encuentre su propia manera de vivir esta época, y si lo necesita, cambie lo que hace tradicionalmente.
Duerma bien. Si no hay fiesta, duérmase temprano y si sí hay y muchas, no se desvele en todas. El agotamiento podría deprimir su sistema inmunológico y hacerlo lucir como el Grinch.
Agende una cita en un spa. Manténgase libre de estrés, no corra de aquí para allá y evite las multitudes. Es más, ¿qué tal si un día antes de la gran fiesta recibe un masaje de piernas y pies?
Pida deseos. Más allá de los interminables (y casi siempre frustrados) propósitos de año nuevo, pregúntese qué desea para usted el próximo año y pídalo. Puede compartirlo con sus seres queridos o escribirlo y guardarlo.
Llevan de tanto correr…
Zapatos, ¡y bolsillos rotos! No eche la casa por la ventana, ¿quién dijo que ésta no puede ser una época para ahorrar?
Planifique. Recuerde que en Navidad también se paga la luz, el teléfono, el gas y el cine. Establezca cuáles son sus gastos prioritarios y descarte aquellos superfluos.
No compre por comprar. Haga una lista de regalos y vaya directo por ellos. Resístase a las promociones que lo hacen comprar de más y gastar en cosas que a veces ni regala.
Aplique el roperazo confeso. El tan juzgado roperazo puede ser dado con más estilo. En lugar de disimularlo, confiéselo abiertamente, ya sea que la economía no haya sido favorable o que haya pensado que cierto objeto fascinaría al ser querido, dígaselo.
Organice un intercambio. En vez de regalar a cada familiar, proponga un intercambio, puede fijar un precio máximo y hacer que cada integrante sugiera los regalos que desearía, así no se llevará decepciones, se divertirá y el ahorro será significativo.
Lleve un control de gastos. Anote lo que va gastando y compárelo contra lo que esperaba gastar, así sabrá si tienes que reducir el ritmo de celebraciones y subir la cuesta de enero más tranquilo.
Fuentes: José Casanova, terapeuta gestalt, Salvador Gómez, analista financiero, Liliana Pérez Loza, directora de la licenciatura en nutrición de la Universidad Justo Sierra, Elsa González, psicóloga adscrita a la UNAM, Rosario Sánchez, pedagoga.