PUERTO PRINCIPE (AP)
El terremoto del sábado en Chile fue varias veces más poderoso que la catástrofe sísmica que asoló Haití el mes pasado, pero la cifra de muertos fue mayor en el país caribeño por varios órdenes de magnitud.
Las razones son sencillas.
Chile, en comparación con Haití, es un país rico, mucho mejor organizado e infinitamente mejor preparado para responder. Su construcción es antisísmica porque tiene una experiencia con los temblores de tierra de la que carece Haití.
Y además, está el factor suerte:
El epicentro del temblor del sábado se encontraba lejos de la costa y a casi 34 kilómetros bajo la superficie en una zona relativamente incontaminada, mientras que el desastre tectónico haitiano fue más superficial —a unos 12 kilómetros de profundidad— y en las afueras de Puerto Príncipe.
El Servicio Geológico de Estados Unidos (SGS por sus siglas en inglés) dice que ocho poblaciones haitianas grandes y pequeñas —incluida esta capital de 3 millones de habitantes— sufrieron temblores entre “violentos” y “extremos” durante el terremoto de magnitud 7, que según el gobierno dejó unos 220.000 muertos y 1,2 millones de personas sin techo.
En cambio, ninguna zona urbana chilena sufrió más que un temblor “grave” —el tercer nivel de seriedad— en el desastre de magnitud 8,8 del sábado, según la medición del USGS.
De acuerdo con la energía liberada en el epicentro el sismo chileno fue 501 veces más poderoso que el haitiano.
Los sobrevivientes en Haití describieron el pánico cerval, generalmente bien fundado a medida que los edificios mal construidos caían a su alrededor. Muchos se aferraban a columnas de cemento que se volvían polvo entre sus manos.
En cambio, las casas y oficinas de los chilenos están diseñadas para soportar los temblores. Sus esqueletos de acero oscilan con las ondas sísmicas en lugar de resistirlas.
Arquitectos chilenos han construido miles de viviendas para sectores de bajos ingresos y cuyas estructuras resisten los terremotos.
En Haití, no existen códigos edilicios.