John Boyle
Daily Herald
CHICAGO — Los números de Marshawn Lynch en las estadísticas del domingo no fueron brillantes, pero no cuentan tampoco la historia, de su debut con los Seahawks.
Lynch fue contenido a solo 44 yardas en 17 acarreos, pero más allá del número, tuvo una enorme presencia en el partido; su solo presencia creó una amenaza que los Osos de Chicago tuvieron que respetar.
Seattle derrotó a Chicago en su casa, por 23-20 en juego que eran favoritos para perder.
“Se podían sentir cómo jugó”, dijo el entrenador del Seattle, Pete Carroll, “Su estilo es algo que necesitábamos, es físico, es duro, y vá a combatir y a pelear”, añadió.
Lynch hizo diferencia en el partido, exactamente la razón por la que los Seahawks cedieron dos plazas colegiales a cambio de su transferencia hace dos semanas.
Su contribución no solo ayudó a despejar el juego aéreo, sino que mejoró el nivel del otro corredor trasero, Justin Forsett, que avnazó por 67 yardas y anotó un “Touchdown”.
“El los calentó y yo los pude terminar”, dijo Forsett sobre su antiguo compañero en la universidad.
No le llegaron a Hasselbeck
En el papel, era una receta para el desastre.
Seattle jugaría de visitante probando su cuarta combinación distinta en cinco juegos, en su línea de protección al mariscal de campo.
Y frente a ellos, tendrían una de las mejores defensas de la liga.
Pero en lugar de ser el punto débil, la línea ofensiva brilló, y protegió su mariscal; Julius Peppers, la estrella de Chicago con 83 derribos a un mariscal en su carrera, nunca le pudo llegar a Hasselbeck.
“Su protección fue excelente, no le llegaron a nuestro mariscal”, dijo Carroll, “dejar en silencio a Peppers, uno de los atletas más dominantes de esta liga…” concluyó sin necesitar terminar la frase.
Lo que sigue
Seattle, de manera sorprendente, se encuentra igualado en el primer lugar de su división, con los Cardenales de Arizona.
Y es por esto que el juego del próximo domingo en Qwest Field, tiene tanta trascendencia, porque se enfrenta precisamente al rival en el primer sitio.