LA INSURRECCION PERMANENTE DE MARIO VARGAS LLOSA

Jorge Ramos

Cuando a Mario Vargas Llosa le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura el 7 de octubre, el presidente peruano Alan García lo llamó “un acto de justicia”. Está en lo cierto. Ningún escritor de habla hispana había ganado el Nobel desde Octavio Paz en 1990, y Varga Llosa, cuya obra nos ha dado una comprensión mayor de las complejas realidades de la vida en América Latina, es verdaderamente merecedor de este honor. Si es verdad, como muchos sospechan, que diferencias ideológicas impidieron que Vargas Llosa recibiera antes el Nobel, entonces claramente el peso de su obra finalmente ha superado cualesquiera prejuicios contra él.

Estuve con Vargas Llosa en la Feria del Libro Miami en noviembre de 2003, y esta semana quisiera compartir algunos de los momentos clave de esa entrevista, que me ayudó a comprender por qué la palabra de Vargas Llosa tiene tanto peso en América Latina. Siete años después, con el embargo comercial de Estados Unidos sobre Cuba sometido a un debate continuo y el hermano de Castro, Raúl, esforzándose por mantener el régimen con el respaldo de Fidel, las declaraciones de Vargas Llosa sobre la caída inevitable de la dictadura ahora nos parecen prescientes y obsesionantes.

MIAMI. Mario superestrella. En esta ciudad de playas y bikinis, de exilios tanto forzados como autoimpuestos, de clubes nocturnos y bares bajo las estrellas, de moda latina, fiesta y farándula, es difícil reunir a más de 100 personas a menos que se trate, claro, de una protesta anticastrista, un juego de los Marlins o un concierto de Shakira. Por eso fue sorprendente cuando cientos de personas se presentaron un domingo por la noche durante la Feria del Libro en Miami para ver … a un escritor. Cerca de 700 pudieron entrar al auditorio Chapman a oír a uno de los más conocidos escritores de nuestro tiempo.

Recipiente de más de 100 distintos premios literarios y condecoraciones, pronunció uno de sus discursos más memorables al recibir el premio de novela Rómulo Gallegos en 1967. En ese entonces, joven e ilusionado, Vargas Llosa dijo: “La literatura es fuego, es una forma de insurrección permanente … todo escritor es un descontento.” Desde entonces no ha dejado de probar, con su escritura y su vida, que esto es cierto.

De su fallida aspiración presidencial en Perú en 1990 – a mí me tocó estar en su cierre de campaña en Lima y su mensaje, lleno de alusiones a la literatura y a su experiencia europea, no prendió en el público _ nació su novela “Un pez en el agua”. En libros como “El paraíso en la otra esquina”, soñó en utopías muy lejanas de la política real del mundo.

Pero Vargas Llosa es también un hombre de su tiempo y no se aísla del resto del mundo, y en nuestra entrevista en Miami habló del viaje que había hecho a Irak el verano anterior. Pensando en los exiliados cubanos en la audiencia le plantee la pregunta a Vargas Llosa: “¿Estaría justificada una invasión a Cuba?”

“Mira, yo no justificaría nunca un acción militar porque es conveniente para los intereses de Estados Unidos”, me dijo. Procedió a explicar su intensa, a veces controvertida, posición sobre la Revolución Cubana que apoyó durante casi una década.

“Desde el año 67, 68, yo he sido un crítico muy severo de Fidel Casto, de la Revolución Cubana, y muy crítico de los que han apoyado la Revolución Cubana o han contribuido a mantener vivo el mito de una sociedad que luchaba por la justicia, por la igualdad.”

Acerca del embargo comercial estadounidense sobre Cuba: “El embargo ha fracasado por una razón muy simple: porque nunca hubo un embargo real. Estados Unidos decretó el embargo, pero Cuba podía comprar los productos que quería, los productos americanos, en Panamá, en Canadá, en España. El embargo sí ha sido uno de los instrumentos sicológicos que ha utilizado la dictadura (para presentarse) como víctima, como un David enfrentándose a Goliat.”

Acerca del futuro de Cuba: “Es un régimen putrefacto, absolutamente en vías de descomposición, y lo que lo mantiene es esa especie de hipnosis que los dictadores, los grandes dictadores, llegan a contagiar a todo un pueblo. Yo estoy absolutamente convencido que la dictadura no va a sobrevivir de ninguna manera – ni siquiera por un corto tiempo – a la desaparición del tirano, de Fidel Castro. Y hago votos para que esa desaparición sea muy pronta.”

¿Y en última instancia qué importa lo que diga Vargas Llosa sobre Cuba? Bueno, América Latina es un lugar en el que las opiniones de los novelistas se toman en serio, es un lugar donde las ideas y los sueños se cuelan en la política y en nuestra vida diaria como pan en la comida. Por ejemplo, la frase de Vargas Llosa de que México era “la dictadura perfecta” fue utilizada frecuente y eficazmente por la oposición mexicana hasta que en julio del 2000 el Partido Revolucionario Institucional (PRI) perdió la presidencia por primera vez desde 1929. De la misma manera, las palabras de Vargas Llosa sobre un embargo que no ha funcionado y sobre el deteriorado estado de la dictadura cubana pueden tener un peso específico y, quizás, acelerar la inevitable transición a la democracia en Cuba.