Jorge Ramos
Sin duda, Twitter está transformando el periodismo – pero si bien no remplazará el notebook del reportero, sí nos obliga a ser mejores en nuestro trabajo, a ser más creíbles, a investigar más, a explicar mejor las cosas y a separar lo que es relevante de lo que son tonterías.
El 30 de septiembre me enteré de una revuelta que estaba ocurriendo en Ecuador, pero no por CNN, The New York Times o Univision. En lugar de eso, fui alertado por mensajes enviados por Twitter. La información enviada por twitteros en Ecuador fue transmitida antes que las más grandes organizaciones de noticias del mundo pudieran dar datos acerca de la tensa situación que prevalecía en la ciudad capital de Quito, poco después de que el Presidente Rafael Correa fuera capturado por fuerzas policiacas rebeldes que protestaban por recortes salariales.
El aeropuerto de Quito estaba cerrado, y para cuando aterrizó la primera banda de corresponsales internacionales, lo peor de la crisis ya había pasado y Correa había sido liberado. Pero millones nos enteramos lo que estaba pasando por Twitter.
A través de (arroba)Presidencia_Ec (»Cuenta oficial de Twitter de la Presidencia de la República de Ecuador«) me enteré, en rápidas actualizaciones, acerca de cómo Correa había sido atacado, hospitalizado, secuestrado y luego liberado – y también de que »no claudicará en sus principios« después de la crisis.
El problema es que la información enviada por Twitter ese día venía totalmente sesgada. Los que apoyaban a Correa advirtieron de un intento de golpe de Estado. Los opositores vieron la revuelta como una protesta legítima ante un gobierno abusivo, corrupto y autoritario.
Pero, ¿a quién le podíamos creer? Identificar los hechos es la responsabilidad del periodista – para informar, primero, y luego determinar cuál información se acerca más a la verdad.
Hugo Chávez, el presidente de Venezuela, de manera predecible declaró en su cuenta de Twitter, (arroba)chavezcandanga: »Están tratando de tumbar al Presidente Correa. Alerta a los pueblos de la Alianza Bolivariana.«
La Alianza Bolivariana para las Américas, encabezada por Chávez, es un grupo político de naciones latinoamericanas de izquierda que incluye a Ecuador y Venezuela, y Correa es aliado de Chávez. Por tanto, no podíamos esperar que Chávez también nos diera el punto de vista de la oposición en Ecuador. Ese es nuestro trabajo – el trabajo de reportero.
En realidad, La verdad ya estaba ahí, sepultada entre miles de mensajes de Twitter, pero teníamos que escarbar, comprobar las fuentes y determinar su veracidad antes de ponerla al aire. Eso es lo que hacemos los periodistas.
Pero Twitter también se ha convertido en una forma de manipular la comunicación. Quienes están en el poder han aprendido rápidamente que hoy en día se pueden saltar a los periodistas e informar directamente a sus seguidores.
En esta forma, los líderes políticos evitan la carga de preguntas incómodas y el obligatorio balance noticioso, y pueden criticar a placer a sus críticos.
Pero también hay beneficios. El presidente de Chile, por ejemplo, recurrió a su cuenta de Twitter (arroba)sebastianpinera para informar al mundo en agosto sobre la ordalía de 33 mineros atrapados a 700 metros de profundidad. Cuando se pusieron en marchas las operaciones de rescate, twitteó: «¡Tenemos fe de que los rescataremos con vida y en buenas condiciones antes de las fiestas de fin de año!«
Y el presidente de México – un twitero asiduo que, me consta, contesta personalmente sus propios mensajes – difunde audazmente sus puntos de vista por (arroba)FelipeCalderon. Tras el paso del huracán Karl que devastó Veracruz en septiembre, escribió: »El cambio climático es una realidad y su impacto devastador se expresa en la virulencia de los huracanes y tormentas tropicales sobre México.«
En cuanto al periodismo se refiere, Twitter irrumpió en el periodismo el 15 de enero del 2009. No fue un periodista, sino un mensaje por Twitter de un residente de Florida, Janis Krums, pasajero de un transbordador en el río Hudson, quien alertó al mundo sobre la caída de un avión de U.S. Airways con 155 personas abordo sobre el río en Nueva York. »Hay un avión en el Hudson. Estoy en el transbordador para rescatar a la gente. Qué locura«, escribió en (arroba)jkrums.
El twitter es visto ahora como una nueva herramienta, y puede servir igual para entrevistados que para entrevistadores. Media hora antes de una reciente entrevista, tanto a la senadora colombiana (arroba)piedadcordoba – recientemente destituida por supuestamente colaborar y apoyar a las guerrillas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia – y a mí se nos ocurrió la misma idea: yo pedí en Twitter sugerencias sobre preguntas que debía hacerle a ella, y ella pidió a sus seguidores sugerencias sobre las respuestas que debía darme. »Reunida con abogado y trabajadores de derechos humanos antes de entrevista con (arroba)jorgeramosnews ¿Qué creen que debo decirle al mundo?«, transmitió.
Tuve que reconocer que algunos preguntas que me recomendaron eran mejores que las mías, y le formulé tres de ellas a Córdoba.
Así que, si bien efectivamente Twitter está cambiando nuestra profesión, en el fondo la labor del periodista es más importante que nunca. Enfrentados a millones de mensajes e innumerables datos, nuestro deber es descifrar qué es lo relevante – qué afecta a quienes oyen, leen o ven nuestra información – y luego comunicarlo directa y efectivamente en forma más urgente que antes.
Después de todo, con Twitter o sin él, la esencia del periodismo, la función de nuestra propia red social, es cuestionar a los que tienen el poder – y la capacidad de twittear – en sus manos.
Nada más, nada menos.