Georgina Montalvo / <I>Agencia Reforma</I>
La respuesta, de acuerdo con especialistas en familia, sexualidad y derechos de los niños, podría ser: nada o exactamente lo mismo que le sucede a hijos de parejas heterosexuales.
“La pregunta que se hace mucha gente en este sentido parte de un desconocimiento y de un prejuicio”, asegura Adriana Segovia, maestra en Terapia Familiar del Instituto Latinoamericano de Estudios de la Familia (ILEF).
Lo que un niño necesita básicamente para su sano desarrollo es sentirse querido y cuidado por los adultos que lo tienen a su cargo, sean papá y mamá, dos padres, dos madres, sólo mamá, sólo abuelos y demás formas de familias que hoy existen.
“Cuando estas condiciones se dan, los niños crecen como personas seguras que se sienten valoradas por otros y por tanto se valoran a sí mismas, pues ninguna estructura (familiar) garantiza por sí misma el cuidado y buen trato a los hijos, lo que lo garantiza es el estado emocional de los adultos”, puntualiza Segovia.
Que los niños y niñas adoptados por parejas de gays o lesbianas serán víctimas de discriminación es muy probable, pero no porque sus iguales, otros niños y niñas los releguen o menosprecien por sí mismos, considera Juan Martín Pérez García, director ejecutivo de la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM).
“Está muy documentado en psicología social que niños y niñas, conforme van creciendo, van incorporando los prejuicios de su comunidad y de su grupo social; cuando son pequeños juegan con todos los niños que se les pone en frente y a partir de la socialización paulatinamente incorporan las restricciones de contacto que siempre vienen del mundo adulto”, comenta.
Por lo anterior, para que los niños adoptados por dos hombres o dos mujeres no sean discriminados, los adultos son quienes deben empezar a valorar lo diferente.
“En la medida en que nosotros (los adultos) incorporemos en niños y niñas el respeto a la diversidad y que encuentre en ella riqueza, paulatinamente lo van a vivir como algo cotidiano”.
“Así sucedió con los hijos de madres solteras, quienes hace tres décadas padecían los señalamientos del resto de la sociedad y ahora son reconocidas en términos económicos y sociales como familias con jefatura femenina”, ejemplifica el director de la REDIM.
¿Y si se vuelven gays o lesbianas?
La orientación sexual de niños y niñas bajo la tutela de una pareja homosexual no depende de cómo viven su sexualidad los padres, señala Karen del Castillo, educadora sexual infantil, en la organización Caleidoscopia.
Existe una teoría biológica, explica la también psicóloga, que afirma que los niños nacen con cierta carga genética que más adelante se combinará con lo que sienten que les gusta y lo que no y con quién les gusta convivir como pareja.
“Los niños no nacen ni se hacen gays o lesbianas, sino que se descubren”, dice.
“La evidencia clínica demuestra que la identidad sexual no se adquiere necesariamente por ‘imitación’ de los adultos presentes; si no, ¿cómo se explicaría que los homosexuales son hijos principalmente de parejas heterosexuales, o de padres o madres solos heterosexuales?”, indica la psicoterapeuta del ILEF.
Sin embargo, la mayoría de los adultos aún suponen que el “sano desarrollo” de la identidad sexual de una persona proviene de la presencia de una figura masculina y una femenina, bajo el entendido de que la identidad sexual se forma por imitación.
“En las familias homoparentales (del mismo género), los niños aprenderán dos formas de ser hombre o dos formas de ser mujer”, insiste Segovia.
Lo que sí imitarán, serán los valores, positivos o negativos, practicados en dichas familias: el respeto, el egoísmo, la igualdad, la intolerancia… los mismos que pueden elegir las parejas heterosexuales.