(AP) — Dentro de su negocio de baratijas en el histórico barrio El Pueblo, Mike Mariscal está rodeado de máscaras, mantas tejidas y estatuillas del Día de los Muertos que vende a los turistas.
Mariscal teme que los días de su negocio estén contados como consecuencia de un plan de revitalización del centro de Los Angeles que podría acabar con una cantidad de construcciones de adobe, comercios e iglesias mexicanas.
Una de las disputas gira en torno a tumbas de indios descubiertas durante la construcción de un centro cultural mexicano-estadounidense. Otra se relaciona con un monumento a los héroes de guerra hispanos en lo que alguna vez fue el barrio chino.
“Sospecho que la idea a largo plazo es sacarnos a todos de aquí”, comentó Mariscal, de 55 años y quien lucía una vieja guayabera. “Acabarán conmigo”.
El encendido debate en torno al pasado y el futuro del primer asentamiento no indígena de Los Angeles habla de su rica diversidad y refleja cómo a veces lo que muchos perciben como progreso choca con la historia.
Se cree que este sitio histórico se encuentra en los alrededores de lo que fue la aldea indígena de la tribu gabrielino-tongva antes de 1781, cuando una expedición de súbditos de España de distinto origen étnico instaló un asentamiento que con los años pasó a ser la ciudad de Los Angeles.
Entre las estructuras originales figuran la Casa de Adobe de don Francisco Avila –un rico hacendado que llegó a ser alcalde de la ciudad, construida en 1818, cuando el estado era todavía gobernado por los españoles– y la Iglesia de La Placita, dedicada en 1822, en momentos en que la región pertenecía a México.
Con el correr del tiempo, el barrio dejó de ser un sitio mexicano artificial en el corazón de una ciudad de blancos y pasó a ser un barrio realmente mexicano en el corazón de un distrito hispano.
La Iglesia de La Placita atrae unos 10.000 feligreses semanalmente a sus misas en español y es muy usada para bautismos, confirmaciones y bodas por los residentes de los barrios hispanos aledaños.
El centro de Los Angeles, sin embargo, está siendo renovado y se habla incluso de la construcción de un tren rápido que atravesaría el distrito. Estos planes son resistidos por los hispanos que viven o tienen comercios allí.
Mariscal y otros comerciantes dicen que está en juego su identidad cultural en una batalla con la municipalidad en torno a los alquileres, que en algunos casos se han cuadruplicado.
La municipalidad sostiene que la congelación de alquileres dispuesta por el concejo municipal en 1999 no abarca a todos los comercios, muchos de los cuales se niegan a pagar las nuevas cifras.
Las autoridades posteriormente ofrecieron cobrar menos que lo recomendado por el consultor, pero varios comerciantes tampoco aceptaron esas cifras, según el administrador municipal de El Pueblo Robert Andrade.