Ofrece Guadalajara atracción… con tiburones

Alina Midori Hernández

Agencia Reforma

La luz del Sol se mezcla con el azul turquesa, y al fondo hay cinco hembras de sangre fría esperando a su presa… o al menos un tentempié para mediodía. Una tiburona gata y cuatro tiburonas aleta de cartón nadan en un estanque de 705 metros cúbicos de agua salada, muy similar a sus hábitats naturales en el océano. Junto a ellas se pasean sin temor alguno los cardúmenes de guachinangos y pargos.

Desde el 21 de julio, 60 personas ya pueden presumir que las han conocido y tenido de frente a uno de los rostros más feroces del mar. Todos ellos han visto cara a cara a las cinco tiburonas que tienen su hogar en el Acuario del Zoológico Guadalajara.

Es posible ver de frente a los especímenes marinos gracias a una cabina de acrílico que se sumerge en el tanque donde viven.

Como si fuera una caja de cristal -en realidad es acrílico de 2.5 pulgadas de grosor-, los visitantes pueden sentir al mar en la piel, pues deben vestir un traje de buzo y armarse únicamente con un snorkel, visores y la audacia para flotar en la misma agua que los temidos escualos.

Los orificios que tiene la caja permiten que entre el agua y que ésta se pueda sentir en todo el cuerpo. Hay que estar preparado para el contacto con el agua salada mezclada con restos de pez sierra, la dieta de las tiburonas.

Esta cabina de inmersión, señala Luis Eduardo Quintero Aguilar, biólogo jefe del Acuario, es la cuarta en el País y la primera en un acuario de una localidad que no está cerca del mar.

Dice que al interior pueden caber hasta cinco personas por inmersión y que, cuando comienza el descenso hacia el tanque, se forma una burbuja de aire y eso permite que se pueda respirar de manera regular en la superficie de la cabina.

Si el valor no es suficiente para entrar a ver a las tiburonas, los curiosos pueden verlas desde el interior del acuario.