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El presidente Felipe Calderón declaró el viernes tres días de luto nacional por el ataque del crimen organizado a un casino en la ciudad norteña de Monterrey que dejó al menos 52 muertos, y que atribuyó a “terroristas” por los que se ofreció una recompensa de unos 2,4 millones de dólares.
El mandatario calificó a los responsables del ataque al Casino Royale, realizado en apenas dos minutos y medio, de “verdaderos terroristas que han rebasado todos los límites” y una vez más arremetió contra Estados Unidos por considerar que no hace lo suficiente para reducir su consumo de drogas ni detener el tráfico de armas.
El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, condenó el atentado en un comunicado y lo calificó de “bárbaro” y “reprobable”.
Obama señaló que su gobierno mantendrá su colaboración con México en su lucha contra el narcotráfico, aunque no hizo ninguna mención a las críticas de Calderón.
En un comunicado, el vocero de Ban Ki-moon, secretario general de Naciones Unidas, dijo que el dirigente del organismo mundial “está consternado por el ataque incendiario”.
“El condena este deplorable acto de violencia, y expresa sus condolencias y solidaridad a las familias de las víctimas y al gobierno de México. Naciones Unidas está con el pueblo de México en este momento difícil”, añade la declaración.
Acompañado de su esposa Margarita Zavala y miembros de su gabinete, Calderón llegó el viernes hasta el casino en Monterrey, donde colocó una ofrenda y guardó un minuto de silencio por las víctimas.
La Procuraduría General de la República (PGR) ofreció 30 millones de pesos (unos 2,4 millones de dólares) de recompensa a quien dé información que permita identificar y detener a quienes “planearon y ejecutaron el ataque al establecimiento Casino Royale”.
En un mensaje desde la residencia presidencial de la capital mexicana, previo a partir rumbo a Monterrey, Calderón dijo que el luto nacional se declara a partir del jueves, cuando ocurrió el ataque en Monterrey, capital del estado de Nuevo León y a unos 900 kilómetros al norte de la capital mexicana.
“Es el más grave atentado contra la población civil inocente que haya visto el país en mucho tiempo”, afirmó el presidente.
“Es un acto de terror y barbarie”, dijo.
El gobernador de Nuevo León, Rodrigo Medina, redujo el viernes la cifra de fallecidos a 52 luego de que la noche del jueves dijo que habían sido 53 los muertos en el Casino Royale, que fue rociado con gasolina para provocar un incendio.
Medina, quien no precisó la razón de la diferencia de fallecidos, dijo que 33 de las víctimas ya han sido identificadas.
El alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal, dijo que otras 10 personas resultaron lesionadas, aunque siete de ellas ya fueron dadas de alta y tres más se encuentran estables.
El director de Protección Civil de Nuevo León, Jorge Camacho, refirió que al parecer las víctimas intentaban huir de lo que pensaban sería un tiroteo, porque varios cuerpos fueron localizados en lugares como baños y oficinas.
Calderón llamó a Estados Unidos a encontrar una solución a la demanda interna de drogas, que alimenta las actividades de los carteles en México y América Latina, además de que demandó detener la venta de armas de asalto que llegan a terminar en manos de grupos criminales mexicanos.
La Procuraduría de Nuevo León divulgó el viernes un video en el que se muestra a entre ocho y nueve hombres que llegaron al Casino Royale y rociaron lo que parece combustible en el lugar, en una operación que duró escasos dos minutos y medio.
El gobernador de Nuevo León dijo que las autoridades interrogan a 13 testigos y se busca a los propietarios y representantes legales del Casino Royale.
El secretario federal de Gobernación, Francisco Blake, dijo que la empresa Atracciones y Emociones Vallarta S.A. de C.V. es la propietaria del casino. Ningún representante de la compañía había podido ser localizado el viernes.
Francisco Tamayo, de 28 años y habitante de Monterrey, informó que él y otros familiares vieron unos 40 cadáveres mientras buscaban a su madre Sonia de la Peña, de 47 años, a quien le gustaba jugar en el casino y acudía al lugar cuatro días a la semana. Todavía no la encuentran.
El incendio en una ciudad que ha visto aumentar la violencia relacionada con el narcotráfico representa uno de los ataques más letales en contra de un centro de entretenimiento en México desde que el presidente Calderón lanzó una ofensiva en contra de los cárteles de las drogas en diciembre del 2006.
Monterrey se ha visto afectada en los últimos años por la violencia atribuida a una disputa entre los carteles de las drogas del Golfo y Los Zetas.
La violencia atribuida al crimen organizado ha dejado más de 35.000 muertos desde diciembre del 2006.
El procurador general de Justicia de Nuevo León, Adrián de la Garza, dijo que narcotraficantes aparentemente fueron responsables del ataque. Los cárteles mexicanos frecuentemente extorsionan a los casinos y otros negocios. Muchas veces los atacan y queman sus edificios si se rehusan a pagar.
Elementos de la policía estatal dijeron que algunos sobrevivientes narraron que varios hombres entraron al casino, aparentemente para robarlo y comenzaron a rociarlo con gasolina de tanques que llevaban con ellos. Los oficiales no quisieron dar su nombre por razones de seguridad.
Con gritos e insultos, los atacantes ordenaron a los clientes y empleados que se salieran, pero horrorizados por el comando, muchos se metieron al fondo del edificio y quedaron atrapados.
El alcalde de Monterrey, Fernando Larrazábal dijo que muchos clientes y empleados se encerraron en los baños del casino para escapar de los hombres armados y ahí perecieron.
La residente María Tomas Navarro, de 42 años, estaba llorando en las afueras del edificio del casino en espera de oír algo sobre su hermano Genaro Navarro Vega, de 25 años, quien trabajaba en el área de bingo.
Larrazábal dijo que el casino, localizado en una zona próspera de Monterrey, había sido cerrado en mayo por ampliar el edificio sin permiso.
El Casino Royale fue blanco de un ataque por parte de hombres armados el 25 de mayo.
Norma Reyes, de 45 años, fue una de las personas que recibieron buenas noticias el jueves. Su hijo la llamó incluso antes de que ella hubiera escuchado sobre el incendio y le dijo que estaba bien. Jonathan Reyes, de 25, trabajaba como supervisor de área y dijo a su madre que estaba en el hospital tratando de averiguar qué ocurrió con sus compañeros.